Aquí, conversando...

Creo que lo mejor de escribir un blog es tener este reducto donde soltar lo que me apetece cada día, sin que nadie me diga si viene a cuento, si es adecuado o no para ponerlo aquí. Yo decido, unas veces hablo de mis cosas, otras veces enseño a mis peques, comparto trabajillos o decido hacer huelga (que ya llevo tres, creo, y sólo son 7 meses... ¡vivimos una época de conflictos!). Me sirve para ordenar ideas, para priorizar, y a veces para desahogarme cuando ciertas cosas se me atraviesan en el pensamiento.

Lo segundo mejor de tener un blog, de eso estoy segura, es ver que no está una hablando sola como los locos, leer los comentarios que responden a mis elucubraciones... o que no responden, pero ahí van surgiendo. Es el trazo que cierra el círculo y convierte esto en una interacción gratificante, como cuando escribes una carta, le pones sello, la echas al correo, y al cabo de un tiempo hay un sobre en tu buzón ¡alguien te responde!

Os cuento: hace poco llegamos a los 1000 comentarios, y desde unos días atrás me rondaba la mente hacer un regalo a quien escribiese el comentario 1001, o el 999 (qué pasa, estoy harta de tanto dar importancia a los números redondos!). Sin haber contado antes mis intenciones, me parecía que podía quedar algo forzado no premiar precisamente al 1000... ¡pero por suerte la casualidad se alió conmigo, y resulta que el comentario 1000 lo escribí yo! Así que ahora me quedaba decidir si el 999 o el 1001... difícil elección... ¿qué opináis? ¿qué número os da más rabia?

Bueno, no importa, después de ver superada la cifra fui a comprobar quién había escrito esos comentarios, y sabiendo de quién se trata ya no podía elegir... ¡así que los dos números tendrán su premio! Mis queridas 999 y 1001... por vuestros comentarios... ¡tendréis noticias mías!