Fechas odiosas ¿o no?

Se acerca la fiesta que más detesto del año... es que no le veo sentido lo mire por donde lo mire... me parece la mezcla perfecta entre superficialidad, ñoñería y consumismo... sí, exacto, San Valentín... Pero incluso esto podía cambiar por culpa de gracias a los peques, y resulta que en el colegio de mis hijos suelen proponer distintas actividades relacionadas con las fechas "especiales", entre ellas ¡cómo no! el día de los enamorados.

Que si tarjetas, que si corazones por doquier, que si entrevistas en la radio, que si fotos abrazando a los amigos... acaban por conseguir que le coja el gusto! El año pasado hicimos corazones de papel como si no hubiera un mañana, para que Nel llevase al cole, y hace dos años me animé al ejercicio de creación literaria, escribiendo esta carta para el buzón que habían colocado en la biblioteca...

Amor mío, hoy quiero abrirte completamente mi corazón. Voy a ser sincera: no fuiste mi primer amor, no podrás decir que fuiste el único, y sabes desde el principio que no voy a renunciar a amar a otros, sólo puedo ofrecerte lo que bien sabes: amarte con toda mi alma, con todo mi ser, sacrificando cuanto sea necesario y con la certeza de que este amor no es de los que se acaban. Es para siempre.

Echo la vista atrás, haciendo memoria, y parece mentira cómo ha pasado el tiempo. Yo, que siempre fui un desastre para los aniversarios, estoy segura de no olvidar jamás la fecha en que te conocí ¡tan importante fue ese día, tanto me cambió la vida! Recuerdo como si volviese a vivirlo mi nerviosismo de entonces, aquella ilusión tan íntima, tu mirada dulce, el tacto suave de tus manos, el tiempo suspendido en los relojes... el mundo entero se paró para nosotros dos, y en aquel mismo instante supimos que ya no íbamos a separarnos.

Desde entonces hemos compartido tantas cosas... techo, mesa, viajes, aventuras, alegrías y penas, risas y llantos, pero sobre todo descubrimientos. Tú, experto en descubrirme nuevos detalles, renuevas mi mirada y me permites redescubrir cosas que, de tanto verlas, se me habían olvidado. Hay quien cree que te enriquezco, que te aporto muchas cosas, pero a mí me parece que eres tú quien me enriquece a mí: me haces conocer la persona que soy en realidad, la que callaba escondida bajo capas y capas de educación, costumbres y demás caparazones ajenos. Y tienes que saber, necesito que lo sepas, que desde que te conozco me resulta más fácil ser feliz. Soy feliz cantando por la calle, bailando en el pasillo, inventando juntos historias para contarnos, haciendo que la gente nos mire por la calle pensando “pobres locos”...

Después de haberte dicho tantas veces que te quiero, esta es la primera que te lo escribo. Quizás así sea más fácil de guardar, conservarlo en una cajita para leerlo cuando lo necesites, pero de verdad espero no olvidarme nunca de decírtelo en voz alta, incluso a gritos, en privado y en la calle, nunca irme a dormir sin habértelo repetido, nunca dejar que se nos escape un día sin regalarnos una sonrisa y recordar que nos queremos.

Sé que llegarán tiempos más difíciles, que entre tú y yo crecerán distancias que hoy nos parecen imposibles, que no siempre viviremos en esta luna de miel, pero sé también que lo superaremos, que el amor que nos une va a ser más fuerte, y no quiero desperdiciar un solo minuto pensando en ello: cada sonrisa, cada momento vivido, cada beso de hoy harán que sea más sencillo superar esos momentos.

¿Puedo pedirte un favor? Nunca te quedes con ganas de contarme tus cosas, preguntarme lo que dudes o pedirme lo que necesites. Sabes que, aunque a veces pueda protestar, nada me hace tan feliz como poder ayudarte, responderte, confortarte. Sólo tienes que llamarme, como tú sabes, diciendo... simplemente... mamá

Me pareció que, entre tanta exaltación del amor romántico y peliculero, a los niños -y adolescentes-  les vendría bien recordar que hay "otros amores", y que algunos sí son para toda la vida...