28/5/15

Los puntos sobre las íes

Celebrando el mes de los escritores, durante el mes de abril una amiga estaba compartiendo un microrrelato al día. Y el 3 de abril fue este:



¿No es absolutamente genial? Fue leerlo y sentir la imperiosa necesidad de hacerme ese vestido, lleno de puntos sobre las íes, aunque nadie con ganas de opinar sobre mi vida vaya a entenderlo jamás.

El caso es que la idea me rondó la cabeza hasta que la pude materializar,casi sin darme cuenta tenía la mente entretenida en imaginar la tela y el color, los puntos y las íes... Un día supe que la tela sería esta, no sé por qué algo en el estampado me recordaba a las íes y sus puntos, y esas cosas cuando se te meten entre ceja y ceja es mejor no intentar arrancarlas. Entonces dudé mucho, porque... ¿una tela no elástica? ¿en un vestido? ¿seguro? Naaaaa, hago la parte de arriba de camiseta, y de paso pongo más puntos sobre más íes...



Al final decidí hacer una camiseta sin mangas y unirla a una falda, me pareció que sería un vestido cómodo para este verano, y este es mi vestido, con los puntos sobre las íes



¿queda claro? Pues eso, el que tenga ganas de opinar sobre la vida de alguien... que se compre una y opine sobre ella! Así de claras me llevo las cosas hoy a RUMS!

Gracias, gracias, gracias, Ángela, por la inspiración de tu microrrelato. Y por todos los demás, que es delicioso ir leyendo!

21/5/15

¿Un quéeee?

Pues sí, un cinturón. Acabo de hacerme un cinturón. Yo, que nunca los usé porque nunca los soporté... ¡vivir para ver! El caso es que estaba hasta el moño de vivir subíéndome los pantalones, que últimamente parecían tener vida propia y un gusto sospechoso por dejarme un cacho de bragas al aire, y en un arrebato me cosí un cinturón



Sabía que acabaría pasando, al fin y al cabo algo tenía que ir haciendo con la colección de hebillas que encontré en el cajón de la máquina de coser de la abuela...



Pues nada, elegí hebilla, corté unos restos de loneta, cosí tacatacatacatacatacatá, puse ojales metálicos en los agujeros y cinturón nuevo. Lo siento, no hay foto con modelo, cuando una está en "uno de esos días", de humor regularcillo y escasa de tiempo... no procede, ni apetece, ni nada de nada!



Eso sí, a última hora y por los pelos, el cinturón nuevo se va derechito a RUMS!!



14/5/15

La correa de los trastos

Después de haber dedicado dos minutos de mi vida a esta costura, sólo puedo decir ¿¿por qué demonios no lo hice antes?? Supongo que simplemente porque mi cerebro no hizo las conexiones adecuadas, lo traigo tan atareado olvidando dónde guardo las cosas importantes para que no se pierdan que no pudo ocuparse de esto:



¿Cómo? ¿que qué es? ¿pero no se ve claro? ¡es un trozo de correa con dos mosquetones en los extremos! ¡¡tampoco es tan difícil!! ahhhh ¿que para qué sirve? pues... a ver cómo lo explico... si la biología humana se dedicara a cubrir nuestras necesidades y se dejara de chorraditas del tipo vello que crece donde nadie lo necesita y muelas del juicio que salen donde no caben, probablemente nuestro cuerpo generase una cosa de estas justo tras alumbrar la placenta. Eso, o un tercer brazo auxiliar...

No sé si es una cosa universal o son sólo mis hijos, pero hay cierta edad (que se hace eterna) a la que se empeñan en sacar media casa cada vez que vamos a la calle. Una mochila, una pelota, un paraguas, una sillita con o sin muñecos, un camión, una moto... Y claro, en cuanto avanzan medio metro con todo ello a cuestas, reconocen que no son capaces de andar así y ¿a quién le toca cargar con todo? ¿eh? ¿¿a quién?? Pues a mamá, claaaaaaaroooo!! Y como me gusta tener las manos libres para impedir que mi peque se abalance sobre los coches, perros o porquerías del suelo, pues necesitaba una forma de cargar con todo sin llenar las manos.

Es sólo un trozo de correa, reciclada de no recuerdo qué, con un mosquetón cosido en cada extremo. Podría haber sido regulable en longitud, pero el trozo de correa a reciclar era bastante justo y quedó así. Los mosquetones se enganchan por donde una pilla, los trastos se van sujetando a la correa como se puede




Y luego se cuelga todo del hombro. Menos mal que todos los cachivaches pesan poco! Es un poco complicado fotografiarse con los bártulos colgados al hombro, así que os imagináis que la silla soy yo, vale?




... Y esta es mi costura egoísta de esta edición de RUMS, una mini mini costura, rápida y simple, pero que me estaba haciendo muuuuuuuuuuuuucha falta ¡a veces lo más sencillo es lo más necesario!





8/5/15

Ahhhh, la política!

Últimamente escuché varias veces, siempre con voz pelín escandalizada, aquello de "¿pero te vas a meter en política?" y... bueno, la respuesta es... no. No me voy a meter en política, no me metí en política recientemente... llevo TODA la vida metida en política. En serio...

Nací en un hospital público, es decir que aterricé en este mundo según los protocolos que alguien había considerado adecuados para el aterrizaje. Viví de los sueldos de mis padres, funcionaria y asalariado del sector eléctrico. Eran unos sueldos que subían o dejaban de subir en función de convenios colectivos, congelaciones y decretos varios. Política pura. Fui a la escuela pública (a una, dos, tres... cinco... quién lleva la cuenta!), a un instituto público y a una universidad pública. Estudié los currículos que los gobiernos correspondientes habían considerado oportunos. Pagué las tasas establecidas. Aprobé los exámenes estándar. Política pura.

Por si todo ello no fuera suficientemente político, a los 11 años decidí participar en el Consejo Escolar del cole. Luego vino el del instituto, y la Junta de Representantes de la facultad. Que a una le va la marcha. Me enfadé una y mil veces con algunas decisiones del gobierno, celebré en la barra de algún bar algunas otras... ¿no es eso política? Me manifesté un montón de veces, contra tal guerra del Golfo y tal otra, contra prohibiciones, contra globalizaciones, a favor de insumisos, a favor de huelguistas... También hice huelga. Trabajé sin contrato, sin seguridad social, sin apenas sueldo... ¿Y no estaba metida en política?

Viajé con un pasaporte titulado "Reino de España", me salió sarpullido al saberme más "súbdita" que "ciudadana". Pagué renovaciones de DNI y cambié mi empadronamiento unas cuantas veces. Ni una sola vez falté a votar cuando hubo elecciones, reí y lloré con los resultados. Cuando se me hincharon las narices lo suficiente, apostaté de una religión que nunca fue la mía, pero que durante siglos fue incuestionable en esta parte del mundo. Más política. Me casé en un juzgado (gratis). Vivimos del sueldo de un enfermero de la sanidad pública, ganado en un centro de atención primaria rural, que existe porque alguien alguna vez consideró oportuno que las pequeñas poblaciones rurales tuvieran acceso a la sanidad pública. Tuve tres hijos en un hospital público. Los asenté en el juzgado (gratis otra vez), los empadroné. Hacen sus revisiones en la sanidad pública, al llegar a cierta edad que alguien consideró adecuada empiezan a acudir a un colegio público, donde se les enseña lo que un ministro de educación considera que deben aprender. De vez en cuando hacemos huelga o nos manifestamos contra su criterio ¡por supuesto!

Les explico a mis hijos desde bien pequeños cómo podemos las personas normales intentar cambiar las cosas. Hablamos de justicias e injusticias, de derechos y deberes. De solidaridad y compromiso, de norte y sur, de guerra y paz. Me gusta que lo vayan entendiendo. ¡Me temo que estoy metiéndolos en política!



Y ahora, de pronto, me dicen que me metí en política. Porque me compré una camiseta morada y pegué pegatinas y carteles. Porque encontré un grupo de gente con la que estoy de acuerdo en muchas cosas y en desacuerdo en otras, con quienes puedo hablar en positivo de todas ellas, sin faltarnos al respeto, con quienes soñar proyectos ilusionantes y pelear por hacerlos realidad. Porque nos pareció que la manifestación a la que teníamos que ir esta vez no era en una plaza ni una calle, sino en un ayuntamiento y una junta general. Ahora resulta que estoy metida en política... ¿¿¿¿y antes????



7/5/15

Personalizo mi camiseta!!

La semana pasada Naii proponía personalizar una camiseta para este RUMS... Confieso que hice un poco de trampa, esta camiseta ya estaba personalizada y estrenada y todo, pero... aquí está!!

Era una camiseta normal, la típica camiseta que se encarga con el estampado de un grupo o un evento... No estaba mal, el color me encanta, la tela es de buena calidad, pero... ¿¿cómo saco yo la teta de ahí?? En un primer momento pensé en no comprar la camiseta y hacérmela yo, apta para tetear: tela morada, freezer paper, pintura blanca... Luego me di cuenta de dos detalles: jamás encontraría tela del mismo color exacto, y viéndonos en grupo iba a cantar bastante. Y tenía papeletas para volverme loca con el dibujito de marras ¡esa O no es nada fácil! Así que al final la compré, y la tuneé:



Más escote, más estrecha, un poco de forma, más corta, puño en el bajo... ¡¡lista!! Hecha y estrenada, que no se diga...



... Sí, por si tenía una poco con su vida cotidiana, 3 hijos por criar, 3 máquinas de coser que reclaman atención casi constante, 3 mil ideas por realizar, ahora se me ocurre enredarme en este proyecto! ¡qué le vamos a hacer! ¡¡hay que probarlo todo!!



1/5/15

Barquitos a la mar

Aviso a navegantes: con la entrada de hoy nadie va a reírse (o eso espero, confío en no tener mala gente en la sala!). Probablemente no resulte agradable del todo. Quizás alguno acabe llorando, como nos pasó en casa. Pero por aquí la encontramos necesaria.

Hace unos días me encontré en facebook con esto



Y me pareció el tipo de cosa que me gusta hacer con mis hijos. Así que aprovechando el tiempo libre del día festivo, les propuse hacer barcos de papel. Cogimos un periódico viejo (no perdemos de vista el respeto al medio ambiente tan fácilmente!) y empezamos. Al principio les costaba hacerlos sin pedirme ayuda, al final ya eran capaces de empezar y terminar por sí mismos. Y cuando tenían controlado el tema y la mesa estaba llena de barcos, les conté a qué venía todo...



Comprendieron, siempre comprenden cuando se les habla claramente. Hicieron alguna que otra pregunta sobre esas personas que mueren tratando de llegar a nuestro mundo ("¿no tienen casa?" "si saben que se pueden ahogar, ¿para qué van?" "¿y dónde está su familia?"). Preguntas honestas, preguntas de niños. No les dio por preguntar si tenían visado, si tenían permiso para venir, si había sitio para ellos aquí. Todo eso no entra en una mente limpia. Sí que me preguntaron si en ese mar no había barcos de rescate. Y antes de poder responder, se me escapó una lágrima.

Es un tema difícil, doloroso, inexplicable. Rugen las entrañas cuando una se imagina el ser humano detrás de cada cadáver. No encuentro un resquicio por donde colar las políticas de inmigración en el torbellino de sentimientos que esta catástrofe me desata.

Mis hijos también preguntaron para qué iba a servir enviar nuestros barcos a la concentración del martes, claro. Y les contesté como tantas veces, para qué sirven las manifestaciones, para qué sirven las protestas pacíficas, para qué sirve hablar de los asuntos molestos... sirve para darle importancia, sirve para obligar a más gente a pensar en ello, sirve para sentirnos acompañados en el desasosiego. Y a la larga, sirve para cambiar el mundo. A la historia me remito.




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