Me desespera el ritmo de plaza de las tardes de otoño-invierno. Así de claro, me desespera. Mis hijos son callejeros como ellos solos, y les importa poco el frío, así que me libro de la tarde de plaza sólo cuando llueve. Las heladas criminales ya me las paso yo allí, en mi banco, debajo de mi farola. Sola, claro, que la mayoría de los niños deben de ser más sensatos que los míos -o las madres más convincentes que yo- y cuando hace un frío que pela no va a la plaza nadie más que nosotros. Y es que no es sólo el frio, no, es que a las seis de la tarde es de noche, y yo allí con cara de panoli pastoreando a mis churumbeles en medio de la oscuridad.
Como bastante tiene una con papar frío gratis, por lo menos necesito estar haciendo algo que mitigue el aburrimiento... así que me llevo un bolso más grande que yo, lleno de lana y agujas, y tejo. De esa forma no pienso todo el rato en las cosas que podría estar haciendo en casa, que ya es algo.
Muñecos, porque si los primeros que hice no sabía muy bien para qué los hacía, ahora resulta que me los piden y no puedo parar...
Espirales, simplemente por el gusto de ser capaz de hacerlas con lo complicadas que me parecían antes de intentarlo...
¡aunque algo saldrá de ellas!
Y aplicaciones tal que así, con todas las combinaciones posibles de esos tres colores, que probablemente algún día también lleguen a ser algo... ¡espero!
Y algunos conocidos cuando pasan por allí me preguntan qué tal va la tarea, creo que acabaré siendo parte del mobiliario: la fuente con sus cuatro caños, los bancos debajo de las farolas, las escaleras del ayuntamiento, y Alba dándole a la aguja mientras Nel y Chus se desfogan a gusto. Mi lugar en el mundo...
qué chulas las espirales! aunque estarías mejor tejiendo en el sofá!
ResponderEliminarno me lo recuerdes... en situaciones así es mejor tejer como si no hubiera un mañana, e imaginar que el sofá aún no está inventado!
EliminarEl sofá debe ser más cómodo si, pero igual no te motiva tanto! Las espirales son muy chulas.
ResponderEliminarno te creas... yo no soy de esas mentes geniales que necesitan el sufrimiento para crear, no... a mí me encanta tener el culo en un asiento mullido, los pies calientes y una buena luz... ¡es la realidad, que no me deja!
EliminarQué tiempo más bien aprovechado!
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ResponderEliminarHe borrado mi comentario, porque después de leerlo me he dado cuenta de que no tenía el toque que quería darle y en ningún momento quiero parecer ofensiva. Me gustan mucho tus relatos y algunas veces me siento identificada con ellos, aunque mis niños son un poquitín mas mayores (8 y 10 años).
ResponderEliminarNo te preocupes ¡aunque a mí no me parecía nada ofensivo! de hecho creo que es la esencia del tema, que muuuuchas veces nos vemos en situaciones que ni de lejos elegiríamos, pero... ellos tienen sus necesidades y qué le vas a hacer... te amoldas y p'alante! ¡aunque nadie te entienda!
EliminarJajaja, me ha encantado tu relato! Tan auténtico... aunque en mi caso soy yo la callejera, mi hijo a veces me pide ir a casa porque quiere ver dibus y yo prefiro calle... aunque los dias dx mucho frio no no no... que rasca hace en los bancos, por dios! Y ellls casi sudando que vienen, de andar paea arriba y para abajo, madre mia! Muy buena salida la de coser!
ResponderEliminarPues lleva muchos ovillos y te vas haciendo una manta, que ocupa muchos minutos y al mismo tiempo abriga, que el invierno debe de ser frío por esos lares
ResponderEliminarUn abrazo calentito
empiezo a pensar que tendre que aprender el ganchillo si no tendre que llevar mi maquina de coser en el parque dentro de nada. los espirales estan totales!
ResponderEliminarno sabes cuánto pienso a veces en una máquina a batería... y una mesa... y ... ¡nada, nada, mejor concentrarse en el ganchillo, que es más viable!!
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