Chus camina mirando el suelo (y las paredes, y los troncos de los árboles) y se agacha continuamente para coger cosas. Todo tipo de tesoros, tan pronto recoge un trozo de papel metalizado, como tuercas y tornillos (tengo para poner una ferretería con las tuercas y tornillos que encuentra en el patio del cole y trae para casa, prefiero no pensar de dónde salen porque ya tienen que faltar un montón!), semillas de árbol, conchas de caracol vacías, palos y hojas, todo le sirve. Como la meseta de la cocina no era sitio para tanto tesoro maravilloso, decidimos inaugurar una caja de tesoros e instalarla en la mesa de la terraza. Desde que la pusimos ya hubo que vaciarla dos veces y ahora mismo tenemos toda esta cantidad de maravillas:
Pero a él nada le hace tanta ilusión como atrapar un bicho. Que suele ser un bicho muerto, no nos engañemos, los vivos tienden a escapar antes de que cierre la mano. Como los bichos muertos son inofensivos (lo son, verdad? por favor no me digáis que no lo son!!) le dejo que los traiga a casa y los deposite en una de las macetas de la terraza. Pedazo cementerio de insectos tenemos a estas alturas en la maceta!
¿que no se ven los bichos? eso es porque la naturaleza en su inmensa sabiduría los hace descomponerse... pero ahí junto al perejil hay una fosa común de espatarrar! |
Cuando consigue atrapar un bicho vivo la alegría es proporcional al mérito de la hazaña, claro, y lo pasa de una mano a otra con todo el cuidado, para verlo por debajo y por los lados, contarle las patas y las antenas, comprobar si tiene alas, si se ve de distinto color según le dé la luz... Que el pobre bicho se arrepiente mucho de no haberse muerto a tiempo, vaya, pero todo con mucho mimo y sin malas intenciones. Cuando el animalillo después de tanto estrés ya es prácticamente incapaz de gobernar sus múltiples patas, lo posa en el suelo para ver cómo anda. Y anda mal, claro, y Chus se fija en si se tuerce hacia un lado o anda en círculos. Y vuelve a cogerlo, y lo mira muy muy de cerca para ver si tiene ojos. Y le habla, por si no es sordo, y le explica que no le va a hacer pupa. Ojalá el bicho pudiera entenderlo...
Creo que es su bicho preferido, tal vez porque a menudo consigue atraparlo vivo. En casa lo llamamos "chaparreto" pese a ser una chinche verde (imagen vía) |
Al final de todas las observaciones, lo devuelve a la libertad: busca hierba donde posarlo, y se despide del bicho con alegría. Temblando espero el día en que lo vea llegar con cara de emoción y una araña entre los dedos ¡que una cosa son bichos normales y otra muy distinta arañas!
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