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22/12/14

Camisetas blancas

Se supone que todo niño tiene al menos una camiseta blanca. Por eso en los festivales del cole suelen pedirla para que vayan todos iguales y no complicarnos las cosas a las familias. Pero claro, eso vale para familias normales con hijos normales que tienen fondos de armario normales ¡para nosotros no vale! Pensaba que apañaba con una camiseta blanca de Nel para Chus, pero... la tiramos hace poco, porque de blanca sólo le quedaba el recuerdo, y estaba hecha una porquería. Y encima resulta que los dos tienen que llevar camiseta blanca ¡los dos! Y la víspera del festival de navidad me dije "nena, vas a tener que coser dos camisetas blancas". Tenía un poco de tela blanca de camiseta, y crucé los dedos para que alcanzase...



Y no, no alcanzó, no hagáis lo de los dedos que no sirve! Me faltaba un trozo de manga en las dos camisetas, y no tenía para las tiras del cuello. Pensé que podría poner lo que faltaba de otro color, que tampoco iba a pasar nada porque mis niños fuesen de blanco "con cosas". Lo curioso es que a ellos les pareció bien, les dejé elegir el color y listos. Lo más parecido a una camiseta blanca que gastamos por esta casa...



Patrón Raglán Naii, telas de La Pantigana Shop. El estrés materno prenavideño, 100% casero.

Y bueno... actuaron con ellas en el festival de Navidad, lo hicieron de maravilla, lo pasaron pipa, y no tengo fotos para demostrarlo... ¿pero a que me creéis?



11/12/14

Abusones!!

Lo siento, hoy no estoy metafórica ni bromista ni... ni... ni siquiera de buen humor. Esta es una entrada de desahogo, derecho al pataleo puro y duro. Si ya estás que trinas con el sistema educativo en general, casi mejor no la leas... no la vayamos a liar!

Se pasa una la infancia de los hijos intentando protegerlos de ciertas cosas y enseñarles a protegerse por sí mismos de un montón de ellas. Una de las que suelen preocupar, así, en general, son los abusones. Nadie quiere que su hijo se convierta en un abusón, ni tampoco que sea la víctima de uno o varios. Y ahí nos esforzamos, día sí y día también, en dar ejemplo, en ser justos, en explicarles las cosas, en enseñarles que tienen unos derechos que nadie les puede pisotear. Y de pronto un mal día te viene el sistema de frente y te da en to la boca. Sin avisar.

Resulta que ayer mi hijo mayor salió del cole con malas noticias: todos los niños y niñas de primaria están hoy castigados sin recreo. Ea. ¿El motivo? (no digo "la razón" porque razón no tienen, esto es un despropósito irracional y punto) que ayer a mediodía, en el recreo del comedor, alguien sin identificar rompió un dispensador de toallas de papel en el baño de los niños. No tendrán patio hasta que aparezca el culpable. Y yo me subo por las paredes, la verdad. Los niños, que serán muchas cosas pero no suelen tener un pelo de tontos, ya están improvisando y dando nombres, yo personalmente ya escuché dos o tres versiones diferentes y todas empezaban con "yo lo vi, fue...". ¿Mentirosos? quizás, pero en el fondo sólo están intentando dar a los profes lo que les piden: un nombre, y podrán salir al patio. ¿No era perfectamente previsible que reaccionaran así? Venga ya, que todos fuimos pequeños, dices el primer nombre que se te ocurre, o el de alguien que no te cae demasiado bien, o el de alguno que suele andar metido en líos, que seguro que cuela. Y sales al patio, que es el momento por el que merece la pena ir al colegio cada día cuando tienes 6, 8, 10 años.

Los niños están que los llevan los demonios, claro. Tienen un sentido de la justicia bastante fino, y esto que les hacen no tiene sentido se mire por donde se mire: ¿dónde está su presunción de inocencia? ¿dónde está el no pagar justos por pecadores? ¿dónde está su derecho al juego (Declaración de los Derechos del Niño, principio 7 y Convención sobre los Derechos del Niño, artículo 31, que siempre se nos olvida el mismo derecho)? Sí, queridos profes, habitualmente admiro y respeto muchísimo vuestra labor, porque bien hecha es una labor grandiosa, pero cuando tomáis medidas como esta tengo que decíroslo: os quedáis en simples abusones. Abuso de autoridad puro y duro.

Es triste, pero resulta facilísimo cebarse en los niños. No suelen estar bien informados de sus derechos (culpa nuestra, que tenemos como deber enseñarles lo necesario para manejarse en la vida), y cuando los conocen no saben cómo ni dónde defenderlos. No suelen comprender a un nivel lógico que quien manda, quien toma las decisiones, a quien habitualmente hacen caso, puede estar equivocado y ellos no. Lo saben, lo sienten, lo gritan y lo patalean, pero no comprenden sosegadamente que tienen razón y pueden luchar por ello de una forma civilizada.



Ahora ¿alguien se imagina que el Ministerio de Justicia decide aplicar esta doctrina de forma general para los delitos de sangre? "No se han logrado esclarecer las circunstancias en que tuvo lugar el reciente homicidio de la Calle del Salmonete, por lo que el juez en aplicación de la Doctrina Recreo ha ordenado el ingreso en prisión de todos los habitantes de la ciudad, hasta que aparezca el culpable". Y nos quedamos tan anchos, verdad? ¡¡pues esto exactamente es lo que se les hace a los niños en el colegio!! Vale, no se les ingresa en prisión... pero es que tampoco mataron a nadie...

Total, tenemos en resumen:

* un dispensador de toallas de papel roto. No sé si se sustituirá por otro o no, ni cómo. Lo cierto es que llevan sin usarse desde el episodio de la gripe A, cuando en los colegios se usaron toallas de papel a pesar del precio. Pasado el episodio, las toallas de papel volvieron a ser demasiado caras para seguir usándolas. Espero que a nadie se le ocurra gastar unos euros en otro...

* 28 niños privados de su derecho a jugar. Castigados. Esto no va a reparar el toallero, obviamente, pero sí hace que ellos estén resentidos hacia el colegio. Todos. Incluso los que ni siquiera estaban en el recinto escolar en el momento del incidente.

* 26 o 27 niños castigados sin haber hecho nada (no creo, sinceramente, que fuesen más de uno o dos quienes la tomaron con el toallero, es raro que se organice una mafia infantil para tan poca cosa)

* 1 o 2 niños pensando (a ver, esto es lo que me imagino yo que piensan...) "cualquiera dice ahora que fui yo, si por la birria de toallero castigan a todo el cole, menudo marrón!". Lo que se dice atemorizados.

* un número indeterminado de niños dispuestos a inventarse un culpable con tal de salir al patio

* un pequeño número de niños acusados injustamente de haber roto algo que no rompieron. Son las víctimas más víctimas de todo el asunto, quiero pensar que algo se hará cuando pase todo para restablecer su dignidad. ¿Ilusa yo? no sé, me parece que sería lo lógico...

Si alguien me puede explicar qué mejora el castigo respecto a la situación inicial (un toallero roto), por favor que lo haga, porque tengo muchas ganas de gritar palabrotas y mi hija pequeña está aprendiendo a imitar sonidos. No es el momento.



11/11/14

ay ay ayayyyyyy

Si hace un tiempo dediqué unos cuantos pensamientos a los fabricantes de paraguas, y hace unos días me desahogué vía facebook respecto a los de pañales (nada, tonterías mías, que soy una puntillosa y cuando leo "barreras antifugas" me quedo pensando que realmente las cosas no se fugarán de ahí dentro y la ropa no acabará llena de caca), hoy les toca a los de ramo textil. Y es que...

QUERIDÍSIMOS FABRICANTES DE LEOTARDOS DIMINUTOS:

Puede que nunca hayan tenido ustedes la suerte de ver de cerca un bebé humano, y eso lo explicaría todo. Pues yo les cuento: un bebé humano es anatómicamente muy similar a un humano de cualquier otra edad y/o tamaño: dos brazos, dos piernas, una cabeza... lo normal. Y en cada una de sus piernas suele haber, hacia el final, un pie. Con cinco deditos chiquitinos. Un pie que, en contra de lo que ustedes suponen, surge de la pierna en la misma posición que los suyos propios: deditos hacia delante, talón hacia atrás. En serio, como se lo cuento. Los bebés humanos NO tienen los pies de lado. Quién lo iba a decir, verdad?

¿Que por qué digo esto, se pregunta alguien? Pues vamos a ver... ¿cómo van a quedar bien a un bebé humano con sus pies convencionales, deditos para delante y talón hacia atrás, unos leotardos con el sitio para los deditos hacia la izquierda y el sitio para el talón hacia la derecha, viceversa en la otra pierna??



No resolvemos nada utilizando leotardos sin talón... porque la costura de la puntera está hecha perpendicular a como debería... para ese hipotético bebé al que le nace el empeine mirando pa Cuenca. En la longitud de una pierna de bebé tenemos que darle un giro de 90º al leotardo para dejar la puntera en su sitio. Lógico y normal.



















Creo que las imágenes hablan por sí mismas, así que no digo más. Que me enciendo y luego me tengo que apagar yo sola!




10/6/14

Un nudo

¿A quién no le suena lo de estar cosiendo tan feliz y después de unos cuantos -generalmente muchos- centímetros de costura sin contratiempos darse cuenta de que el hilo de la canilla se había terminado? Mira que hay cosas que dan rabia, y esta puede que se lleve la palma. Pues me pasaba de vez en cuando... o quizá debería decir a menudo... o muy a menudo... bueno, que me pasaba. Como a todas! Pero digo "me pasaba", no "me pasa", y eso se debe a que un día, harta ya del tema, decidí probar una solución drástica: cuando voy a poner una canilla y veo que no está muy cargada, antes de ponerla la relleno. Hago un nudo uniendo las hebras, y canilla llena al canto ¡así no me da sorpresas!

Y ahora alguna está recogiendo los ojos del suelo y preguntándose en qué momento terminé de perder el sentido para ocurrírseme meter nudos en la canilla. Pues sí, lo hago. Y no, no pasa nada. No voy a decir que no haya perdido el sentido, que eso es muy discutible, pero lo del nudo lo hago y funciona. El truco es el nudo, que no es un nudo cualquiera sino uno específicamente pequeño, que abulta lo menos posible pero sujeta las hebras a base de bien: el nudo de encajera o de bolillera, una de las cosas prácticas que se aprenden cuando a una le da por tontear con el encaje de bolillos.

Hay distintas formas de hacerlo, algunas más sencillas que otras, y no me acuerdo de ninguna más que mi preferida, la que a mí me pareció en su día la más fácil y que os enseño para que podáis probar. Uso una hebra de cada color para que se entienda mejor, y un hilo bien gordo para que se vea, pero en realidad sale mucho mejor con hilo fino, ya se sabe que el encaje de bolillos no suele hacerse con cuerdas de barco!

Paso a paso:



1. Tenemos dos hebras de hilo
2. Formamos un bucle en la hebra
3. Pasamos un lazo por el bucle
4. Metemos el cabo de la otra hebra por el lazo
5. Tiramos de los extremos para deshacer el lazo, manteniendo la segunda hebra dentro
6. Tensamos hasta apresar la hebra
7. Estiramos de las dos hebras para comprobar que no se deslizan una sobre otra
8. Grosor del nudo de encajera (abajo) comparado con un nudo normal (arriba)

Creo que se ve bastante claro, de todas formas en estos casos lo mejor siempre es probar con un hilo en la mano!

(entrada dedicadíiiiiisima a Naii... ya sabe por qué y porque ella lo vale, y a Érase una vez porque no le hace ninguna falta y por ser la primera en aprobar el psicotécnico!!)



18/7/13

Materiales maravillosos

Mira que la evolución técnica nos trae materiales impresionantes, capaces de resistir casi cualquier situación, ligeros, versátiles... pero nada, los fabricantes de cosas siguen empecinados en usar materiales de mierda que se rompen, deforman o desintegran con sólo pensar en utilizarlos.

Hace cuatro años compré una burbuja para la piscina para Nel, su primera burbuja después de un par de años practicando con los manguitos. Se adaptó a ella enseguida, le gustó, y empezó a usarla siempre. Una bonita historia de amor a primera vista, verdad? Pero a los pocos días de uso, se rompió el broche de plástico. No podía ponérsela de ninguna manera, y casi casi pensé en ir corriendo a comprar otra. Pero entonces afloró el espíritu rácano que llevo dentro (aflora a menudo, no os penséis, me cuesta un huevo tirar cosas nuevas y comprar otras "sólo" porque se hayan roto), y le di un par de vueltas al tema a ver cómo podía solucionarlo. Y lo solucioné así:




Puedo decir que cuatro años más tarde sigue funcionando estupendamente, sigue usando la misma burbuja y ni una vez tuve que repasar la costura.

Hace unos días decidimos ponerle la burbuja a Chus para que la probase, y así olvidar los manguitos, y también le gustó, así que fuimos a comprar otra. Lo pensé nada más verla, que el broche no me inspiraba confianza, que seguro que duraba tanto como el otro, y que menudo lío si se rompía mientras estaba el nadador en la piscina. Decidí darle una oportunidad, pensando que quizá el plástico fuese de mejor calidad esta vez... y pensando también en no apartarme de Chus ni un segundo en el agua por si acaso. Pero cosas de la vida, no dio tiempo ni a darle la oportunidad: bastó que Chus cogiese la burbuja  para admirarla, y se quedó con un trozo de broche en la mano:



Vale que este hijo mío es un pelín, sólo un pelín, destructor. Vale que tiene habilidad para romper cosas. Pero digo yo que un producto hecho para mantener a flote a niños que no saben nadar debería por lo menos estar fabricado a prueba de niños, no? ¡a prueba de dos minutos de niño como mínimo! Pues no. Pero no penséis mal, los fabricantes no lo hacen por dejadez ni por maldad, ni por ahorrar costes, qué va. Lo hacen por nuestro bien. Para mantenernos la neurona alerta, para estimular nuestra imaginación a la hora de sustituir materiales, y para recordarnos cada día que la vida no es fácil. Que el mundo está lleno de irresponsables como ellos que ponen a prueba nuestra paciencia.

Esta vez cambié el sistema de cierre (por no coser a mano, fundamentalmente, que una con los años se va haciendo más vaga y el calor no ayuda nada) y puse dos snaps. Dos, por si uno falla que quede el otro. Que a mí si me preocupa la posibilidad de que mi hijo se vaya al fondo de la piscina...







27/6/13

Cuando dicen...

Cuando dicen que no están haciendo recortes en educación, pero resulta que suprimen un aula...

Cuando dicen que aportarán los medios suficientes, pero desaparecen dos maestros y medio de la plantilla...

Cuando dicen que apuestan por la zona rural, pero cada medida que toman nos hace sentir que nos expulsan de mala manera...

Cuando dicen que algo no va bien y todos sabemos que es cierto, pero insisten en alejarnos de los modelos que funcionan...

Cuando dicen que hay que apretarse el cinturón y sentimos que nos lo aprietan alrededor del pescuezo...

Cuando dicen que es necesario optimizar recursos, y lo único que se quita es lo que nos afecta a todos...

Cuando dicen que harán todo lo posible por hundirnos la vida (no lo dicen con estas palabras, pero ya no necesitamos traductor para entenderlo) y nadie se inmuta, como si nada importase mientras "la roja" vuelva a ganar...

Cuando parece que nuestros hijos van al colegio con el único propósito de pagar el pato de todos los desmanes cometidos por los de siempre...

Cuando el sistema apesta tanto que a una le apetece meter la cabeza en el retrete en busca de aire fresco...
... no sé a ti, pero a mí me entran ganas de bajarme de este tren. Aunque sea en marcha.

29/4/13

¿Por qué?

Me desespera darme cuenta tan a menudo de cosas de la vida cotidiana, que usamos todos cada dos por tres, que están rematadamente mal diseñadas. Y casi ni nos damos cuenta, estamos acostumbrados y lo asumimos,somos consumidores dóciles y sufridos. Pero mira que era fácil de resolver a veces... ¡me saca de quicio!

Estos días nos dimos cuenta (puf, qué padrastros, nos dimos cuenta así de repente, a lo tonto!) de que Chus había superado el peso recomendado para ir en la silla del coche con los tirantes que trae incorporados. Que toca olvidarse del isofix y ponerle el cinturón de seguridad por encima de la silla. Vamos, que se hace mayor.

Y entonces nos encontramos uno por cada puerta trasera del coche, medio espanzurraos encima de la silla del niño respectivo, luchando por alcanzar el anclaje del cinturón sin espachurrar ningún hijo ni entorpecernos demasiado uno a otro. Y a mí se me hinchó la vena, porque... mira... vale que hagan los coches de 5 plazas de modo y manera que sólo se puedan aprovechar 4, vale que las sillas infantiles vayan aparte y haya que colocarlas cada vez, vale todo, pero... ¿¿qué trabajo costaba poner los cinturones de seguridad al revés, con el cinturón del lado de dentro y los anclajes junto a las puertas?? Alcanzaríamos perfectamente, sin malabares ni espachurramientos, sería bastante más cómodo e igual de efectivo. Y de paso, cuando el asiento se usa sin sillita infantil, eliminaríamos ese incordio de dejar el cinturón pillado con la puerta cuando no se recoge bien.

¿¿¿¿Por qué los que diseñan coches, los que los fabrican, los que los venden a precio de oro, no se dan cuenta de estas cosas???? Ahhh vale, porque no usan sus propios coches, no? O porque no tienen hijos. Ninguno de ellos. O porque no usan sillitas para sus hijos. O directamente porque no piensan.

Pues hala, pa que no se diga, la idea ya se la doy yo, así, gratis, sin ánimo de lucro ninguno...





6/3/13

Parece que tenemos un ganador...

... sí, en la gran maratón en busca de las suelas de zapatilla!!

El último intento fue con los materiales que me envió Loreto (¡¡gracias otra vez!!):



Probé en las zapatillas de Nel, que es el triturador nº1, y puse un material en cada suela para probarlas al tiempo. Después de unos días de uso (unas 2 semanas tal vez?) así están las cosas:




El material tipo alfombrilla casi inexistente, aunque hay que decir que aguantó mucho mejor que aquel otro tan parecido que yo había comprado antes... casi increíble con lo parecidos que son!
Y los guantes de "puntitos" bien... ¡bien! ¡¡por fin!!


Probé también con látex líquido como el que nos enseñó Naii, esta vez en las zapatillas de Chus...


peeeeeeeero...

¡poca adherencia en tela vaquera! aunque estaba bien gastada, que eran vaqueros jubilados y entre prueba y prueba las zapatillas las van usando sin más suela que esa tela... Fueron apareciendo trocitos de látex azul por casa hasta terminar con todo en un par de días. Supongo que lo volveré a probar en otro tipo de material, porque la pinta era estupenda!

Ahora me toca coser trozos de guante al resto de zapatillas (la otra de Nel, y las dos de Chus), a mano... pffff... Y por supuesto, sacar conclusiones. Por ejemplo éstas:

- Loreto, congratúlate de lo poco que derrapa tu peque por casa ¡ya ves que aquí vivimos en un circuito de carreras!

- Tengo que pensar qué material poner en las zapatillas para que el látex vaya bien. Me apetece probarlo otra vez.

- Las suelas de las zapatillas del padre de las criaturas siguen bastante dignas con la suela original. Que como me temía cuando la puse, resultó ser un atrapamierda de primera categoría, pero ahí sigue ¡tampoco era tan mala opción para pies de escaso derrapaje!

- La vida de investigadora es muy entretenida, pero qué ganas se llegan a tener de llegar a una conclusión definitiva!!

- Entre el desgaste de suela de zapatilla, y las roturas de rodilla de pantalón (Chus la semana pasada rompió cuatro pantalones en cinco días... y sigue!) el frenesí de mis hijos se lleva buena parte de mi tiempo y de mi agilidad mental ¡¡qué sanos están!!






21/1/13

Paraguas

Con los días de llover a mares que estamos pasando, más que paraguas ya son la terminación natural de nuestros brazos... a ver quién es el guapo que lo deja olvidado! Pero con tanto usarlos, y tanto abrir y cerrar, saltan a la vista ciertos detalles... ¡y tengo un par de cosas que decir!

Queridísimos fabricantes de paraguas, un minuto de reflexión por favor: ¿para qué se usa un paraguas?

                                  ...
                                          ...
                                                   ...

¡¡¡¡Claro que sí, para la lluvia!!!! y... ¿qué es la lluvia?

                                  ...

                                          ...
                                                   ...

¡¡Eso es, la lluvia es agua!! ¿y el agua como está siempre, siempre, siempre?

                                  ...
                                          ...
                                                   ...


¡¡¡¡¡¡¡M-O-J-A-D-A!!!!!!!


Entonces, apreciados fabricantes de paraguas... ¿¿cómo es posible que hagan ustedes paraguas que se estropean con la humedad?? ¿están de coña, o qué?

Estos son los paraguas de mis hijos:



Oxidados, sí, oxidados hasta las trancas. Probablemente se deba en parte a que se les cuela agua por el mango abajo (bonito detalle por su parte, dejar el paraguas mal sellado para remojar las manitas de los niños pequeños con deliciosa lluvia helada). ¿Cómo puede usarse en un paraguas un material que se oxida? Cada vez que apoyan el mango del paraguas en el hombro -o sea, siempre que lo llevan abierto, que son niños y a los diez metros ya les pesa- se dejan tremendo lamparón de óxido en la ropa, cosa que como todo el mundo sabe es la mayor ilusión de las madres. Una maravilla, vamos.


Y este es mi paraguas:



¿no se ve nada raro? Es que es más sutil en este caso, pero puede que más indignante aún. Este paraguas no se oxida, su mango es de madera ¡madera! Claro, su virtud es que con la humedad se hincha, y ni abre del todo (tengo que empujar con fuerza para acabar de abrirlo) ni cierra. A veces tengo que dejarlo media hora abierto, secando, antes de poder cerrarlo ¡me encanta! Eso sí, cuando no hay humedad ambiental abre y cierra de maravilla. Lástima que si no hay humedad se debe entre otras cosas a que NO LLUEVE, y por tanto yo NO NECESITO abrir ni cerrar el paraguas...


Creo que me apañé los 22 primeros años de mi vida (en Asturias, donde sabe llover y practica mucho) con 3 paraguas: uno de plástico transparente de pequeña, otro de gajos de colores y cordel para colgar en bandolera de niña (otra estupenda idea aquella, tan de moda en su tiempo: llevar el paraguas en bandolera, bien pegadín al cuerpo, que cuando para de llover suele estar seco y calentín, ideal para arrimarlo a la ropa. Por no hablar de aquel cordón que con el paraguas abierto te llevaba un reguero de agua directo a la mano), y uno negro con ribete de colores de adolescente. Los dos primeros los jubilé por la talla, el tercero se me quedó en un autobús y hasta lloré por él.


Desde entonces pasaron 12 años, y es imposible llevar la cuenta de los paraguas que pasaron por mi vida... recuerdo uno verde con una franja de cuadros que colaba agua por el mango, uno granate al que se le rompían las varillas al abrirlo (tres usos, cuatro varillas rotas; cuarto uso, a la basura), otro marrón y gris que en dos meses tenía agujeritos en la tela, otro crema con lunares que no cerraba a menos que atase la cinta alrededor, uno naranja que se abría solo con cinta atada y todo, salía disparado hacia arriba de los paragüeros que era una maravilla, otro rojo con no recuerdo qué estampado al que se le despegaba la empuñadura, y tengo vagos recuerdos de al menos otros tantos. Sin contar los plegables. En resumidas cuentas: los paraguas de ahora son una mierda, así, sin eufemismos.
Una mierda pinchada en un palo.
En un palo que SE OXIDA!!


Vale que se encuentran paraguas por cuatro duros, sí, pero qué a gusto me gastaba yo 50 euros en un paraguas si me asegurasen que no cala por el mango, no se oxida, no hincha con la humedad, y el cierre no se le va a estropear en dos días, haciendo que la maniobra de cerrarlo me devuelva el 95% del agua de la que me protege cuando lo uso. Ya, ya sé que este desahogo no va a servir de nada, que los paraguas seguirán siendo pésimos y yo seguiré comprando tres al año por cabeza porque irán estropeándose, oxidándose o calando, y seguiremos necesitándolos, y que además cada vez me parecerá menos barato un paraguas a 6 euros, porque 6 euros tres veces al año para 3 personas me sale a 270 euros en cinco años, y eso no es barato se mire por donde se mire, sobre todo si mientras tanto me estoy mojando. No cambiará nada, pero qué queréis, tenía que soltarlo de alguna manera!!


 (qué a gusto acabo de quedar!)


10/9/12

La pajarería

¿Te imaginas vivir para siempre con la radio encendida, a un volumen importante, sin que te dejen elegir la emisora? Pues así era la vida con Nel desde que aprendió a hablar (parece que hace mil años) hasta ayer. Toooooodo el santo día dándole a la lengua, retransmitiendo en directo toooooodo lo que hace, toooooodo lo que piensa, toooooodo lo que pasa y tooooooodo lo que podría llegar a pasar. Agotador. Que sí, que cuando estás en ello y le escuchas y te cuenta todo es una pasada, pero de vez en cuando necesito dos neuronas libres para ocuparme de algún otro asunto, y la radio no me deja.

Y peor que la radio incluso, porque a él de vez en cuando hay que contestarle, y con una respuesta que demuestre que estabas escuchando con atención, como a los profes en el instituto. Y encima con un aprendiz de órdago, que Chus va cogiendo la manía a un ritmo alucinante. ¡Chachi! dos radios encendidas, a todo trapo, en distinta emisora, y con preguntas trampa de respuesta obligada!!

"Mamá, ¿sabes qué? un día vimos un capítulo de Tom y Jerry, que Tom le perseguía a Jerry... ... ..." Dudo mucho que exista episodio de Tom y Jerry que no me hayan contado, ¡si a veces los están viendo en ruso en youtube y los dos tan pichis, traduciéndolo todo a su manera para correr a contármelo a mí! ¡¡cada uno su versión!! ¡¡¡a la vez!!!

Pues resulta que la cosa podía incluso ponerse peor... estos días Nel está aprendiendo a silbar... y claro, practica mucho... y claro, entre silbido y silbido habla... y su hermano habla durante los silbidos... Pasamos de "radio 5, todo noticias" a "clásicos populares", pero pasamos de una a otra cada 15 segundos, como en los puertos de montaña.

Al principio hace gracia "¡oye, suena como un pajarín!", y le dices que le sale bastante bien, y esas cosas. Pero cuando la cosa va a más, y es literalmente incapaz de estar quince segundos sin emitir palabras o silbidos... sobre todo silbidos... ¡si es que le salen sin pensar! "Mamá, ¿me haces la merienda? fiiiifififififiiiiiiufifififirulí que ya tengo hambre fifirulifirulifiruliiiiiiii"

Tengo la sensación de vivir en una pajarería... sólo falta el olor ese asqueroso, y no me atrevo ni a decirlo en alto que lo mismo lo consiguen!

foto vía

Pues ayer estaba yo intentando concentrarme en hacer algo en mi pajarería, mientras papá veía la tele y los enanos le impedían oírla, cuando de pronto oigo alto y claro a Chus, por encima de los gorjeos y silbidos:

- ¡Mira! Parece que mamá no sabe mirar pa la tele!
- Sí que sé, ¿por qué dices eso?
- Poque no tas mirando!
- Es que también sé no mirar pa la tele, cielo
- ¿Y pa que vienes aquí a molestanos?

Mira, de verdad, que si no maté en ese momento... !!!

5/9/12

Perdone, ¿es el día de la mochila? Sí, sí, pase, pase...

Pues pase... pero que no pase muchas veces, porque hoy llego que me tiro de los pelos al día D de presentar las mochilas. ¿Qué mochilas? Pues las del Cose con Nosotras de Mi rincón de mariposas y Para mi peque con amor, claro!!

¿Sabes cuando empiezas muy bien y de repente sin saber cómo se tuerce todo? ¿sí? Pues eso exactamente. Tenía yo las telas preparadas, y los cordones y las cremalleras, las medidas tomadas y todo. Lo que se dice los deberes hechos. Y empecé a hacer mochilas como una posesa. Y oye, iba saliendo todo tan bien, tan de maravilla, que creí que sí, que era coser y cantar, que iba sobradísima. ¡¡¡Ja!!!

Bueno, el caso es que ayer yo tenía intención de fotografiar mis mochilas y publicar la entrada, peeeero se me olvidó hacer las fotos, y de noche cuando me di cuenta tenía las mochilas en la habitación de los peques... y los peques durmiendo. Y lo dejé para hoy, pensando que vaya rabia llegar unas horas tarde.

Así que esta mañana fui a cogerlas para la sesión de fotos... y empezó la comedia. Una mochila muy bien, lo que recordaba, le hago las fotos y prosigo. El resto...

¡¡TERROR Y PAVOR!!
 
Lo nunca visto: una estaba cosida al revés, con el exterior dentro ¿¿cómo se hace para no darse cuenta de eso sobre la marcha?? Y otra con una costura estupenda en la que había quedado atrapado un recorte de tela, que colgaba dramáticamente a un lado (dramáticamente me reí yo, por cierto, viendo aquella masacre...). Bueno, que no sé si hubo un terremoto mientras cosía y no me di cuenta, o si se me metió el trasgu en la máquina y ahora va a ser siempre así. Pero las mochilas las tengo que descoser y volver a coserlas en condiciones, así que tengo por delante mi tarea preferida: descoser muuuuchas puntadas mientras me echo a mí misma muuuuchas pestes y me siento muuuuuuy patosa. Y luego rehacer todo con la sensación desesperante de estar continuamente metiendo la pata, que no sé para qué sirve tener esa sensación si sólo se tiene en la segunda vuelta, cuando ya es tarde.
 
Nada, os enseño la mochila que sobrevivió a la tragedia, y ya os cuento el resto cuando las arregle...
 


(Por cierto, ya os aviso yo por si os apetecía probar: mezclar el día de la mochila con el día del engendro no me hizo ninguna gracia... ¡¡la fusión cultural no siempre funciona!!)

 


13/8/12

Al que quema nuestros montes

Después de unos días de ver cómo las columnas de humo enturbian el horizonte de este pequeño edén donde tengo la suerte de vivir, después de horas y más horas escuchando los motores y sirenas de los helicópteros luchando contra el fuego, después de noches de maldormir pensando en la cercanía de las llamas y en lo casi irreversible de su efecto, creo que te debo unas palabras. A ti, pirómano, insensato, indigno de ser llamado persona, ingrato con la tierra que te da la vida. A ti, orgulloso de tus heroicidades porque nadie se esmera en identificarte y darte el castigo que te ganas a pulso. A ti, que me haces sentir vergüenza de pertenecer a la misma especie.


Tengo por norma en esta vida no desear el mal a nadie. Es complicado, porque soy un simple ser humano sin mayor capacidad de decidir lo que es el bien o el mal, así que por cuestiones prácticas procuro no desear a nadie lo que no deseo para mí. Así que estos son mis buenos deseos para ti, pirómano que ennegreces el paisaje que me acompaña día a día:



* Ojalá llegue el día en que la simple visión del color negro en laderas y valles te haga volver la vista, repudiando la muerte y desolación que representa.


* Ojalá seas capaz de sentir en tus carnes el dolor y desesperación de cada criatura indefensa que murió calcinada en ese incendio que tú, tan valiente, provocaste.


* Ojalá haya momentos en tu vida en que eches de menos algún fruto de la tierra, que no estará disponible porque tú lo impediste.


* Ojalá los corrimientos de tierra debidos a la deforestación de tus quemas lleguen a cortar la carretera por la que querías transitar, regalándote así unos minutos -quizá horas- de reflexión obligada.


* Ojalá a tu mente trastornada llegue la luz de la cordura, y seas capaz de sufrir por el daño ocasionado cada día, cada noche, cada mes y cada año, hasta que el paisaje que chamuscaste vuelva a ser el que era. Si es que la vida te alcanza para ello.


* Ojalá llegues a tener la empatía suficiente para comprender el horror de quienes vieron las llamas acercarse a sus casas, a sus huertas, a su ganado. Para imaginar el miedo de quienes incluso en plena noche lucharon contra las llamas enloquecidas que lo amenazaban todo. Para compartir el horror de quien se vio obligado a trabajar en medio de aquel destrozo. Para sufrir la incertidumbre de quien esperaba en casa, de madrugada, el regreso de un padre, un hermano, un marido o un hijo que luchaba contra el fuego.


* Ojalá tengas la suerte de recuperar la sensibilidad hacia la naturaleza, hacia lo bello, hacia la vida, hacia los sentimientos ajenos.


* Ojalá te llegue la ocasión de engrandecerte como persona comprendiendo, asumiendo y afrontando las consecuencias de tu irresponsabilidad.


Ojalá...


Insisto en que no te deseo ningún mal, todo lo expresado son mis deseos de bendiciones para ti: bendiciones que te permitan volver a sentirte parte de una sociedad, de una comunidad, de la humanidad entera. Bendiciones para que recuperes el juicio del que aparentemente careces. Bendiciones que te permitan conocer el alcance del mal provocado, para así poder emprender el camino hacia la reparación.




Foto cortesía de alguien que trabajó en la extinción, y alguien que
le esperó toda la noche en vela.

Nos quitas mucho, a todos, simplemente con tu mechero. Pero más que rabia, odio o rencor, lo que me inspiras es pena. Lástima. Compasión. Porque has debido de pasar mucho para llegar a esa insensibilidad. Porque te falta algo que para la mayoría de la gente es vital. Porque no eres un ser humano completo. Ojalá puedas volver a serlo, con todas sus consecuencias.


Mientras tanto, me quedo con la sabiduría contenida en las palabras de un niño: "malditas personas que incendian el monte y estropean la naturaleza!!"

12/8/12

Asesinato en primer grado

Sí, lo confieso: soy culpable de asesinato. Ella no me había hecho nada... bueno, en realidad nunca me había gustado mucho, la compré en su día porque reunía los cuatro requisitos imprescindibles que tras andar varias tiendas me parecieron suficientes:           era vaquera, lo que yo buscaba
                                                             tenían mi talla
                                                             no era cara
                                                             no era tan rematadamente corta como las demás


No, no era rematadamente corta. De hecho era larga, monjilmente larga, incómodamente larga. Nunca me convenció, y pasó varios veranos saliendo del armario sólo cuando no tenía ninguna otra falda limpia que ponerme. Pero eso este año no ocurre casi nunca: después de la producción de los últimos meses tengo faldas de sobra. Y la veía allí arriba, en la última balda, donde no alcanzo sin subirme a la cama, mirándome con sorna. Como queriendo decirme "Ya ves, tú no me quieres, pero me pagaste. Y ahora vivo mejor que tú, aquí repantingada todo el día, viendo al resto ir y venir". ¡¡No lo soportaba más!!


Y como no lo soportaba más... pasó lo inevitable. Una tarde de 40º a la sombra. Una siesta de los peques tan larga como el calor requería. Unas manos inquietas. Una mente saturada por el calor. Aburrimiento en la penumbra (a ver quién es el guapo que sube las persianas con aquel solazo!). Fui al armario a colocar vete a saber qué, y la vi. Con su eterna sonrisa de medio lado y sus aires de superioridad. ¡¡Ja!! De mí no te ríes tú hoy, no con este calor...


La cogí, la llevé a la mesa del salón y la extendí lo mejor que pude. Ella debía presentir lo que se avecinaba, porque no paraba de temblar y estremecerse. Llevada por la crueldad, incluso la fotografié en sus últimos momentos...



Y saqué las tijeras. Las de la caja de costura. Las de siempre. Las que usaba en el colegio para recortar cartulinas. Mis tijeras de toda la vida. Pero no eran suficiente para mi estado de enajenación... Fui a la cocina, y traje las del pescado. Las de cortarme el pelo de cuajo, atado en una cola, todo a la vez. Las de las determinaciones firmes. Y la asesiné.

Le quité todo lo que había en ella que me molestaba: aquellos odiosos centímetros de más que la dejaban colgando un trozo por debajo de mis rodillas, aquella cremallera con la que se empeñaba en torturar mis carnes (por favor, ¡qué mal puesta estaba!), y aquellas trabillas como ojos que siempre me miraban atravesado. En un último arrebato, descosí la cremallera y me la guardé como trofeo. Contemplé mi obra, y no sentí ni atisbos de culpabilidad. Había perdido completamente la noción del bien y el mal. Incluso me probé sus restos, aún calientes... ¡y me gustaron!




No puedo decir otra cosa en mi defensa más que eso: después de muerta, empezó a gustarme. Y decidí compensarla rematando su cintura con la cinturilla de unos vaqueros que me gustaban. No fueron asesinados, no, ellos no ¡eso jamás! Murieron de viejos, un penoso accidente desgaste-vascular.

Los colores no casaban, las medidas no coincidían, pero quería demostrarle mis buenas intenciones a la pobre falda y sólo podía hacerlo regalándole una parte de aquellos pantalones. Limpié los bordes de la herida, ajusté la cinturilla lo mejor que pude, y metí un elástico. Acúsenme de necrofilia si así lo creen oportuno: disfruté haciéndolo. Volvería a hacerlo.




Cuando terminé, volví a probarme el cadáver. Ya no parecía un cadáver... ¡había vuelto a la vida! Me sentí un poderoso doctor Frankenstein... creo que incluso lancé una perturbada carcajada al viento... Y entonces, justo entonces, como un fogonazo, recuperé la cordura y vine a entregarme, a confesar mi crimen. A ponerme en manos de la justicia.

26/7/12

Me escapo de casa

Últimamente tengo la sensación de ser la peor madre del mundo. Bueno, o por lo menos una de las peores... ¡y mira que me gusta pasar tiempo con los peques! Pero esta temporada está pudiendo conmigo.

Desde que me levanto de la cama, no hay un solo minuto del día en que pueda hacer algo sin ellos: desayuno esquivando coches que ruedan a toda velocidad por la mesa, me ducho mientras contesto a doscientas mil preguntas acerca de mi ropa, el jabón, mi culo y mi toalla, hago la cama por partes, según se mueve de un lado a otro uno de ellos, al que cada día le toca el turno de pisotear mi cama. Cocino de puntillas para no pisar ningún juguete (ni ninguna mano) porque no falla: en dos metros a mi alrededor hay permanentemente dos niños, 8 o 10 coches, media docena de playmobil con sus correspondienes complementos diminutos, una o dos canicas y, probablemente, algún animal de plástico.

Si bajo a tirar la basura, siempre hay un niño que no soporta la idea de no acompañarme. A veces los dos. Ahora mismo Nel intenta leer por encima de mi hombro lo que escribo -no lo consigue, le apago la pantalla-, y Chus pide que le ponga a Pocoyó.

Pero lo peor no es que sean mi sombra el día entero, no, lo peor es que se pasan el día peleándose, dándose gritos, llamándose de todo, golpeando las paredes con cualquier cosa, incluso pegándose. No atienden a razones, ni a palabras, ni a canciones, ni a mimos ni a nada. Es una guerra permanente: guerra para que desayunen, para que laven los dientes, para que se vistan, para que recojan, para salir, para volver, para comer, para bañarse... No puede ser sano estar todo el santo día discutiendo, no?

¿Y qué pasa al final? Pues que cuando tengo un rato libre lo único que no me apetece es compartirlo con ellos. No tengo ganas de jugar con ellos, ni de leerles cuentos, ni de hacer experimentos. Tengo ganas de leer -una novela-, de pensar -en silencio-, de escuchar música -en CD, no tocada en directo con dos cucharas-, de tumbarme -sin que me hagan cosquillas-

Y claro, no lo consigo. Sólo de noche, a partir de las 11, cuando por fin se duermen, me veo libre de obligaciones. Pero para disfrutar de esa sensación durante dos horas... se las quito al sueño. Y ellos madrugan... Total, que se me pone un humor que no me soporto ni yo.

Llega la hora de salir y preparo los bártulos de la piscina por inercia, los ayudo a prepararse y salimos, sin ninguna gana por mi parte.




Me siento prisionera ¿y qué hace cualquier buen prisionero? ¡Intentar escapar, por supuesto!

Pues eso, el sábado, después de no despegármelos ni con agua caliente hasta las 5 de la tarde, justo a esa hora, cuando tocaba una merienda rápida y poner rumbo a la pisci, cogí las llaves, me calcé, me despedí de los tres y salí de casa. Sola.

Caminé un rato en dirección a la piscina, cosas de la costumbre, y después me desvié por un camino cercano al río. Me paré a mirar el agua, a escuchar los pájaros, a observar el vuelo de una mariposa roja espectacular... ¡qué tranquila estaba! No me lo podía ni creer...


Por un momento me apeteció volver a casa y salir con ellos un rato, pero no me lo permití. Aún no. Seguí caminando hasta llegar a un pequeño lavadero...


Es uno de los rincones más frescos del pueblo. Me senté bien cerca del caño y dejé volar la mente...

Lo reconozco, casi todo el rato estuve pensando en lo mismo: qué puedo intentar para cambiar esta inercia, qué proponerles para que me den un poco de margen... no paraba de pensar en ellos. Pero no les estaba oyendo, y con eso me bastaba.


Y es que últimamente hasta de noche se hacen oir, eh, cada dos o tres horas hay gritos, llantos, intentos de encender la luz e irse a ver dibujos ¡aunque sean las 5 de la mañana!


Estuve unas dos horas por ahí, caminando, parando, daba igual. Y poco a poco dejé de sentirme prisionera. Volví a sentirme yo. Volví a desear oir sus ocurrencias y verles la cara. Volví a estar feliz de poder ser su madre. Y volví a casa.





Cuando llegué no había nadie, papá se los había llevado a jugar al balón. Y los esperé con ganas, mientras pelaba las flores de hipérico que había ido recogiendo aquí y allá (había leído la entrada sobre el aceite de hipérico de La Pantigana, y aunque no conocía la planta... resultó ser muy identificable, y había un montón!).


Llegaron de la calle tan coloradinos, tan contentos de verme, tan absolutamente adorables...


Pero no puedo dejar de recordar que para volver a este punto necesité la huida. ¿Cómo hago para que lo entiendan ellos? Con tres y seis años probablemente sea mucho pedir que comprendan mi necesidad de un poco de paz en casa, o un tiempo sólo mío, pero... ¿y qué si no lo entienden? ¡lo necesito igual!


Uffff, qué desahogo tan grande soltarlo todo... ¡gracias por la terapia! Ahora... vamos pa la calle!!



19/7/12

Pantalón para Nel, corto y con bolsillos. ¿Pantalón para Nel corto con qué? ¿Pantalón para Nel cómo? ¿Pantalón para quién? Digamos pantalón...

Mi intención era hacer un pantalón corto y con bolsillos "más o menos tradicionales" para Nel. Algo más o menos así:





Y la cuestión era hacerlo "resurgir de las cenizas" de este pantalón de papá, que estaba roto por la entrepierna:





Primer error: pensar que tienes tan claras las intenciones y que la cosa va a ir rapidita.

No había ni siquiera dibujado el patrón entero cuando me di cuenta de que no me apetecía nada coser unos bolsillos "más o menos tradicionales" para Nel. En principio ningún problema, excepto que los bolsillos "más o menos tradicionales" no requerían otros aportes de tela, y la nueva idea sí.

Segundo error: dejar de lado el patrón a medio hacer para buscar tela que sirva para el apaño. ¡Date prisa con las telas y termina de dibujar el patrón, hermosa, que todavía está a medias en la mesa del comedor y Chus se levanta de la siesta de un momento a otro!

¿cómo puede estar taaaan arrugada una tela que fue funda de una tabla de planchar???


Una vez me decidí por esta tela y terminé el patrón (bueno, o al revés, iba tanto de una cosa a otra que ya ni sé lo que ocurrió primero, si la tela la elegí para el patrón o el patrón lo hice para la tela) empezó lo divertido: ¡¡cortar!!


Tercer error: seguir considerando que cortar es tan divertido, cuando ni siquiera te paraste a pensar seriamente si lo que quieres hacer es realmente lo que quieres hacer.


Y a medida que cortaba, me parecía taaaan corto, una pernera taaaan corta, una costura taaaan corta, una pereza taaaan grande, y unas ganas de pantalones largos taaaan locas... que decidí que iba a hacer media pernera más. Así, por las buenas.

Cuarto error: permitirse cambiar de idea con la tela ya a medio cortar.

Podría haber aprovechado la tela mejor si los pantalones hubiesen sido pensados como largos desde un principio, podría haber sacado todas las piezas sin necesidad de que cundiera el pánico, pero eso no va conmigo. A mí me va la marcha.

Quinto error: querer apañarse con lo que hay en casa cuando las nuevas novedades incorporadas al patrón van pidiendo cada vez más y más materiales. Como ya no iba a poner bolsillos "más o menos tradicionales", la versión que planeaba hacer necesitaba aporte de otras telas. Y como empecé a cortar pensando en pantalón corto, necesitaba otros aportes de tela para las piezas que habían dejado de "caber" en el pantalón de papá original. Como no tengo tienda de telas por aquí, tenía que sacar todos esos aportes de mi adorada bolsa de retales. Y conseguir algo más o menos coordinado, o por lo menos telas que pudieran convivir bien, sin darse bofetadas ni ofender a la vista. No lo encontré, así que deseché la tela que había elegido y la cambié por esta otra (¡gracias, Paquete Viajero!) de la que sí que tengo suficiente para todos los trozos que se tercien.



... Peeeeero... tela nueva, requería bolsillos nuevos. Mi gozo en un pozo, los bolsillos tan primorosamente diseñados para la anterior tela ya no me gustaban usando esta. Quería otra cosa. Volví a cambiarles el diseño, para intentar unos en forma de bandera pirata ¿llega a intuirse la forma de bandera?



Al final los pantalones existen, que no es poco, aunque ya no sean ni cortos ni con bolsillos "más o menos tradicionales". Bueno, bolsillos sí que tienen, aunque todo parecido con el diseño inicial sea... inexistente.
Por delante... y por detrás

¡Ah! y en el fragor de la batalla, los que iban a ser pantalones para Nel decidieron convertirse en pantalones para Chus sin que nadie se diese cuenta... hasta la hora de probarlos. Cosas que pasan...

Sexto error: ponerle nombre al destinatario de un pantalón antes de haberlo terminado. El destinatario previsto incialmente se ofende al verse despojado de su trofeo, y el nuevo agraciado se mosquea porque "eso no es para mí, yo quiero los míos, no los de Nel".


A Nel le quedan cortos (tipo pirata... ¡qué menos!) y un pelín estrechos en el culo, así que le dejaré que los use este verano los días que refresque, pa que no se queje. A Chus le quedan algo grandes... pero eso lo arregla el tiempo!!


Conclusión: acabo de perfeccionar hasta límites insospechados mi método tradicional. Y la capacidad de improvisación sigue ahí, vivita y coleando. Otra cosa no tendré...

5/6/12

Otra vez nooooooo!!!!!!!!!!!!!!!

¿Cómo se convierte un rollo de papel higiénico en ESTO??


Sencillo: mandas a Chus al baño a hacer pis, y se te olvida recordarle que se coge "sólo un trocín".



Luego pasas diez minutos enrollando la montaña de papel que hay en el suelo mientras le convences de que no necesitas su ayuda 











¡ya lo tienes!
 ¡¡papel higiénico de diseño!!
¡¡¡y gris!!!

4/6/12

Camisa blanca para Nel

Lunes por la tarde. La maestra de Nel me comenta que el viernes van a hacerse fotos todos los niños de clase (infantil de 3, 4 y 5 años) y que los de 5 años, que se gradúan en fin de curso, tienen que llevar camisa o camiseta blanca. En principio nada del otro mundo, no?

Pues sí: resulta que yo nunca les compro ropa blanca... por los motivos que cualquiera se imagina, vaya, que sólo dura blanca 15 segundos, y no me gusta lavar, tender, doblar y guardar para luego verlos sucios todo el día.

Busco y rebusco por casa, y encuentro dos camisetas de manga corta interiores, del invierno, que le quedan ya raquíticas (las aprovechamos dos años y... no dan para más) y con el cuello estirajadísimo, en fin, que parecía el pobre recién salido de un campo de refugiados. Y sí, una camiseta blanca... con un hermoso estampado de una vaca lechera que ocupa todo el delantero. No nos sirve.

Vivimos en un pueblo donde no puedes salir de casa y comprar una camiseta de niño tan fácilmente, así que pregunto a las conocidas si pueden prestarme algo, pero los niños que usan la misma talla son los de la misma edad... y también van de blanco el viernes. Una madre me ofrece una camisa de su hija, pero me temo que no le valga, porque Nel abulta bastante más que ella. Otra madre me ofrece una camisa muy formal y de manga larga, que aceptaré si no queda otra, porque la manga larga con los calores de estos días me parece una tortura para el pobre crío, y además la ropa formal no nos va mucho.

Así que al final llega el jueves y estamos así, y dedico media mañana a buscar apaño por casa. ¡¡Ah, bendita bolsa de la ropa rota!! Encuentro dos blusas mías, descartadas una por roturas y otra por manchas de óxido (no salen en la foto, pero había desgarros y manchurrones de los gordos):

Busco una camiseta de Nel para orientarme con la talla, y una camisa que me acaban de dar para Chus (¡gracias Dori!) y que me encanta, será el modelo para la forma y el estilo:
Camiseta de Nel, guía para la talla
Camisa de Chus, guía para la forma















Y me cargo las blusas, mido, comparo, decido que ahorro algo de tiempo si aprovecho las costuras de una de ellas, muy ceñida y estrecha.

Separo la espalda y las mangas de la blusa estrecha, y la espalda de la otra. Lo uno lo mejor que puedo, y retoco las costuras.

Corto las mangas y les hago el dobladillo hacia afuera, porque me encanta así, corto la abertura del cuello y lo remato apenas con un sobrehilado, porque lo que quiero es ponerle un bies vistoso y colorido para alegrar tanto blanco y aprovechar la camisa este verano ¡pero eso tendrá que ser después de las fotos del cole!

Espero a que Nel vuelva del cole, se la pruebo y le marco el bajo. ¡¡Horror!! Una de las manchas de óxido estará en la camisa sí o sí... nada, hacemos el dobladillo bien ancho, y hacia afuera también, y mancha tapada. Lo que se empieza en plan chapuza hay que acabarlo en plan chapuza, no?

Aprovecho el cordón de una de las blusas para el cuello, y esto es lo que queda:
Cuando le ponga el bies del cuello cambiaré
la etiqueta original por una más nuestra!

Chapucilla de media mañana, pero creo que salimos airosos ¡eh, y me encanta como le queda! Un estilo que me gusta, una camisa nada formal, como dijo su padre "qué poca pinta de foto de graduación, va a ser el hippie de la clase".       ¡Me gusta, el hippie de la clase!
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