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22/1/15

Eco-RUMS

Esta semana mi RUMS está entre la ecología, la higiene personal, el ahorro... ¿quién da más?

Hace ya bastante tiempo que empecé a indagar por la web en busca de alternativas ECO para ciertas cosas, como el lavavajillas, el detergente o el champú. Y las alternativas aparecieron, claro, y se resumen fácilmente: aceite usado, sosa, bicarbonato y vinagre. El bicarbonato resultó un descubrimiento espectacular, sirve para muchísimas cosas!! Pronto se convirtió en mi champú, el blanqueador de mi lavadora y el desodorante de mi nevera. Y faltaba encontrar la alternativa para mi propio desodorante...



La receta está en Ecocosas, sólo hace falta almidón de maíz (¿os suena la maizena? pues eso es), bicarbonato, aceite de coco y aceites esenciales antibacterianos y antimicóticos. Apenas tendré que retocarla un poco para adaptarla a mí: en origen es un desodorante en barra, sólido, pero a mí me gustan más en crema. La alternativa que da para hacerlo en crema necesita una crema base (que no conseguiría fácilmente) y prescinde de la maizena (que va estupendamente para quitar un poco la humedad), así que creo que mi apaño la próxima vez será poner menos maizena para que quede más blando, a ver si hay suerte, porque el aceite de coco en invierno a temperatura ambiente es sólido, pero se ablanda rapidísimamente con el mismo calor de los dedos. Mientras tanto, en verano lo usé tranquilamente porque con el calor se reblandece un poco, y ahora en invierno pongo el tarrito encima del radiador del baño mientras me ducho, con lo que el calor ablanda el aceite de coco y al salir de la ducha tengo una crema fácil de aplicar.

Con el doble de la receta original (no, no es que yo suela probar las recetas haciendo el doble, fue que me equivoqué en una de las medidas y la solución fue duplicarlo todo!) me salieron estos dos tarritos de desodorante, que llevo usando desde el verano... y como veis aún no acabé el primero! ¡¡caro desde luego no me sale!!



Y funciona, os lo puedo asegurar. Yo no es que sea de sudar una barbaridad, pero sí que en cuanto me descuido de usar desodorante, a nada que sudo empiezo a oler. A oler mal, claro. Es un asco, pero es el cuerpo que me tocó y a estas alturas ya no me apetece odiarlo, la verdad, así que mejor nos adaptamos para una convivencia pacífica... Pues con esta crema-ungüento-potingue-pringue-llamadlo como queráis, no huelo. No tiene perfume, apenas se nota el olor del aceite esencial al aplicarlo, y luego ya no se nota nada, pero simplemente el sudor tampoco huele. En todo el día. Entre asombrada y encantada de la vida me tiene. De los aceites esenciales que propone, yo usé sólo el de árbol del té porque era el que tenía, y creo que no voy a cambiar porque me va estupendamente!

Bueno, otro RUMS que pasa sin enseñar cosas cosidas... así es la vida, el sudor no es glamuroso, pero existe! Jajajaja y yo tampoco soy glamurosa, pero me joroba oler mal!




7/11/14

Que lo leas bien... y tarta de castañas

El papi de la casa cumple años el día de Halloween, que podría ser una curiosidad sin más, pero acaba siendo el motivo de que cada año reciba unas cuantas calabazas dibujadas como regalo de cumpleaños ¡los peques en esos días tienen la cabeza donde la tienen! Y claro, me toca a mí pensar algo que regalarle que no sea naranja, ni tenga cara terrorífica, ni nada que ver con brujas y monstruos. Y a veces no es fácil, eh, que lo cómodo sería dejarse llevar y regalarle una caja de huesos de santo o cosa por el estilo!

Este año estaba más perdida de lo habitual, que no es poco decir. Como corresponde en estos casos, consulté con LA GUÍA de ideas para regalo para ellOs, y vi esta idea. Y recordé que ya había querido hacerlo después de verlo también por aquí... ¡y lo hice!





Una almohada cervical para leer en la cama... eso el día que la pitufa de la casa decida que leer en la cama es una actividad tolerable para sus padres, claro!! Le hice una funda de repuesto para lavar de vez en cuando sólo la funda, que nunca viene mal.

Y bueno, le hice también una tarta de cumpleaños, muy otoñal: de castañas. Con una cobertura de chocolate muy marrón, que inevitablemente terminó convertida en charca de barro... ¡ups!



Se tomó bien la broma de llenarle la tarta de gochinos... si llega a cumplir años el día de los inocentes iba a flipar!!

Por si a alguien se le antoja la tarta, esta es la receta (ármense de paciencia para pelar castañas, aviso!)

Ingredientes:
Para la base:
- un paquete de galletas
- mantequilla

Para la mousse de castañas:
- medio kilo de castañas
- 150 ml de leche
- 200 ml de nata para montar
- 100 ml de nata
- 4 claras de huevo
- 3 cucharadas de azúcar
- 1 sobre de gelatina neutra en polvo (o las láminas equivalentes, que creo que son 6)
- 2 o 3 cucharadas de chocolate rallado

Para la cobertura:
- 100 ml de leche
- 5 cucharadas de azúcar
- 2 cucharadas de chocolate rallado
- ralladura de media naranja
- medio sobre de gelatina neutra en polvo


Preparación:
Cocer las castañas en agua con una pizca de sal, dejar templar y pelarlas.
Para la base, triturar un paquete de galletas con un puñado de castañas cocidas y un trozo de mantequilla (sorry, en esta parte voy a ojo y no sabría decir cantidades ¡de la vieja escuela!), repartir por el fondo de un molde desmontable y presionar con la mano para compactarlo.

Triturar el resto de las castañas con la leche, para hacer un puré.
Montar por separado las claras y 200 ml de nata.
Poner al fuego los otros 100 ml de nata con las 3 cucharadas de azúcar. Disolver la gelatina en un poco de agua fría, y añadirla a la nata cuando esté a punto de hervir. Mezclar bien, dejar templar y añadir el puré de castañas y el chocolate rallado. Incorporar poco a poco las claras a punto de nieve y la nata montada, procurando que no se baje, y echar al molde. Dejar en la nevera unas 8 o 10 horas. Para el día siguiente, vaya.

Cuando la mousse ya esté bien cuajada, preparar la cobertura: poner la leche a calentar con el azúcar, añadir la ralladura de naranja y el chocolate rallado y remover bien. Disolver la gelatina en un poco de agua, y añadir cuando esté a punto de hervir. Apartar del fuego, remover bien y echar por encima de la tarta. Dejar en la nevera un par de horas por lo menos, y si os da la venada... pues modelar unos gochinos de fondant para que se den un baño de barro! Eso sí, ponerlos en el último momento, porque con la humedad de la cobertura poco a poco se irán derritiendo.


Una cosa curiosa: el primer día no sabía a castañas por ningún lado, sólo se notaba la naranja de la cobertura. Al día siguiente al desayuno ya sabía mucho más, y a la merienda ya era castaña total!!






20/4/13

Espaguetis a la mudanza

El otro día leía en el blog Una más del batallón una receta de tallarines con salmón y philadelphia un tanto modificada, y por alguna extraña razón me recordó una receta que preparé una vez... hace ya 11 años de nada...

Yo aún vivía en casa de mis padres y acabábamos de mudarnos, la última mudanza de una laaaaarga lista. El primer día en el nuevo hogar, si es que a aquel batiburrillo de cajas y cosas amontonadas por todas las esquinas ya se le podía llamar hogar, me tocó preparar la comida para mis hermanos y para mí, mientras mis padres iban no recuerdo dónde a resolver no recuerdo qué. Hacía muy poco yo había leído "Los pájaros de Bangkok", uno de los libros del detective Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán,  y me había quedado con la copla de una de sus innumerables recetas: los spaghetti a la annalisa. Y pensé que sería buen menú para un día como aquel.

Imagen vía


Entonces empezó la comedia: en la cocina podía fácilmente encontrar la nevera, por aquello del tamaño, y más o menos pude despejar la encimera vitrocerámica. Dar con una pota me costó algo más de trabajo. Pero cuando empecé a buscar ingredientes... jajajaja, qué valiente yo, necesitaba nata líquida, mantequilla, cebolla, salmón ahumado y basilico. Y espaguetis, claro! Pero no había mantequilla, y si había no la encontré, así que usé aceite de oliva. No conseguí localizar las cebollas y puse a dorar un poco de ajo. Sustituí la nata por leche, qué remedio me quedó, y ya contaba con poner orégano en lugar de basilico, que no había tenido en casa en la vida. Pero lo mejor de todo fue cuando me di cuenta de que faltaba lo más importante: el salmón ahumado... ¡¡y hasta los espaguetis!!

Pues eso, que al final planté en la mesa del comedor (esa sí que la teníamos localizada y libre de trastos) una fuente de macarrones con una salsa improvisada de aceite, ajo, leche y jamón york. Cuando mi hermano preguntó qué había para comer me dio la risa y empecé a decir "espaguetis a la..." y claro, no pude seguir, ni tenían nada de annalisa ni siquiera eran espaguetis. Y dije "espaguetis a la mudanza", y me escacharré de risa yo sola un rato. Y oye, bien ricos que estaban, después de todo...

Para preparar unos Spaghetti a la annalisa convencionales, al estilo Pepe Carvalho, se hace así:
Se cuecen los espaguetis, lógicamente, en agua con sal. En una sartén se rehoga la cebolla picada en un poco de mantequilla, hasta que quede traslúcida. Entonces se pasa el contenido de la sartén a un bol.
La nata, bien fría, se bate hasta que espese y se va añadiendo despacio a la mantequilla y la cebolla.
Se pica menudo el salmón y se mezcla con la salsa, añadiendo al final el basilico picado.

Para unos Espaguetis a la mudanza genuinos... se van cogiendo los ingredientes que haya más a mano y se hace con ellos lo que buenamente se pueda hasta que tenga pinta de comida. Importantísimo que ninguno de los ingredientes de la receta original se mantenga en la versión final ¡¡es el espíritu de la mudanza!!




27/3/13

La tortuga Casiopea

Bueno,  pues a petición del público os copio la receta que usé para la tarta de Chus de ayer. No sabría decir de qué página es, porque hay taaaaaantas recetas de tarta tortuga por los interneses que ni sé las que visité buscando la receta, y al final la hice de memoria mezclando lo que más me gustaba de lo que había leído, pero bueno, ésta es:



Para el brazo de gitano, la receta de la thermomix tal cual
- 4 huevos
- 120 g azúcar
- 120 g harina
- una pizca de sal

Se baten los huevos y el azúcar, con la mariposa, 5 minutos a 37º y velocidad 3y1/2. Se quita la temperatura y se baten otros 5 minutos a velocidad 3y1/2. Se añaden la harina y la sal, y se mezcla 15 segundos a velocidad 1. Se termina de incorporar la harina suavemente con la espátula.
Sin thermomix me imagino que será batir, batir y batir los huevos con el azúcar, y cuando parezca que ya batiste bastante seguir batiendo un rato más, para que quede esponjoso, y luego incorporar despacín la harina y la sal.

Se extiende sobre un papel vegetal directamente en la bandeja del horno, y se hornea a 180º unos 10 minutos, se ve que dora un pelín y ya está (ejem... no me quedaba papel de hornear y... bueno, cogí papel de corte del de calcar patrones, corté el trozo que necesitaba y lo unté de aceite. Pa lo que no valga la afición a la costura!)

Al sacar la plancha de bizcocho del horno yo le doy vuelta encima de otro papel de horno o un trapo limpio, y le quito con cuidadín el papel sobre el que se horneó. En caliente, lo enrollo con el trapo o el papel, y lo dejo enfriar así.

Mientras enfría, se prepara un almíbar que yo hago en el microondas y a ojo: un chorro de vino blanco, un chorro de agua, dos o tres cucharadas de azúcar y un trozo de rama de canela. Microondas dos o tres minutos, que hierva y pierda el alcohol, y a esperar su turno.

Para el relleno usé flanín con nesquick, porque ya me parecía que era pedir demasiado ponerme a hacer una crema de chocolate más artesanal, no? Sirve cualquier crema espesa, en realidad.

Entonces cogemos el bizcocho, que ya está frío, y lo desenrollamos, lo regamos con el almíbar, ponemos la crema encima y la repartimos un poco, y empezamos a enrollar levantando el papel-trapo poco a poco para ayudarnos. Yo extiendo la crema sólo unos dos tercios del bizcocho, por el lado donde empiezo a enrollar, y sin llegar a los bordes. Al ir enrollando ya se va expandiendo ella hacia el trozo que queda, y así no tengo derramamientos que luego hay que fregar. Una vez enrollado del todo, lo envolví otra vez en el papel para que no se deformase y lo metí en la nevera mientras hacía la mousse.

Para la mousse:
500 ml de nata para montar
75 g de azúcar
150 ml de leche
tres láminas de gelatina (no sé la equivalencia para gelatina en polvo... supongo que se puede buscar, pero tampoco me parece tan importante si va un poco más o menos)
150 g de chocolate para fundir (yo usaría uno negro fuerte si fuese para mí, pero siendo para una clase de peques, opté por chocolate con leche y suprimí el azúcar de la receta)

El chocolate, troceadín, se pone a fundir en el microondas o al baño maría. En microondas ya sabéis, menos de un minuto cada vez y removiendo entre una y otra, que no se queme.

Se aparta un poco de leche fría y se ponen a remojar las láminas de gelatina troceadas. Se calienta el resto de la leche hasta casi hervir (cuando humea, vaya!) y se añade el engrudo de la gelatina. Se mezcla seriamente con varillas hasta diluirlo todo, y se añade el chocolate. Se mezcla otro poco, y se reserva. (Con thermomix: un par de minutos la leche a 90º V.2, añadimos la otra leche con gelatina y ponemos a V.3 hasta que esté homogéneo, añadimos el chocolate y seguimos a V.3 hasta mezclar completamente).

Se monta la nata bien fría con el azúcar (repito: al usar chocolate con leche que ya es muy dulce, yo no puse azúcar), y se mezcla poco a poco con todo el mejunje anterior.

Ahora cogemos nuestro flamante brazo de gitano de la nevera y una ensaladera de unos 24cm de diámetro. Forramos la ensaladera por dentro con film de cocina, desenvolvemos el brazo y lo cortamos en rodajinas de un par de centímetros de grosor con las que forramos toda la ensaladera. Cuantos menos huecos, mejor!

En el medio echamos la mousse de chocolate, la cubrimos con más rodajas de brazo (que al final será lo que se pose en el plato) y a la nevera unas cuantas horas.

A la hora de presentarla, damos vuelta a la ensaladera encima de un plato grande, aprovechamos la gentil ayuda del film para sacar la tarta, y le hacemos las patas, cabeza y cola con bizcochos de esos blandos aplanados. Yo usé medio bizcocho para cada pata, cortando unos picos en el extremo, medio para la cola cortado en punta, y uno para la cabeza, partido al medio (hice un bocadillo bizcocho-mermelada-bizcocho para que quedase pegado, y puse el lacasito rojo asomando a modo de lengua y dos conguitos como ojos). Supongo que teniendo toppings o fondant o cosas de esas guays se le podría hacer una cara chulísima a Casiopea, pero yo lo que tenía eran lacasitos y conguitos ¡y gracias!

Ya está. Parece larguísimo contado así, porque en realidad estamos haciendo dos postres uno detrás de otro, pero es muy fácil, de verdad! Si llego a saber que me tocaría explicarlo, habría hecho alguna foto durante el proceso!! Bueno, y quien tenga a mano una tienda donde los vendan, hay unos bracitos de gitano ya hechos que seguro que con dos o tres llega bien para hacer el caparazón, y eso que te quitas. Yo no tenía dónde comprarlos, y no me gusta esa bollería industrial, así que todo de casa!




25/2/13

El bocadillo

En mi casa, como en cualquier casa con niños, se hacen bocadillos a la hora de merendar. Y como en casi todas las casas con niños, el que más triunfa es el de nocilla (que no es por hacer publicidad, es que sea de la marca que sea... de andar por casa se llama así, no?). El único problema es que una vez me dio por leer los ingredientes, pensando "a ver cuántas cosas lleva aparte de leche, cacao, avellanas y azúcar!" Craso error, porque en aquella lista aparecían demasiadas cosas, demasiadas cosas desconocidas, y demasiadas cosas conocidas de dudosísima reputación.

Me dio el arrebato, y dije "nunca más!!" Pero claro... encuentra tú una merienda que sustituya a ese bocadillo... con lo que les gusta... con lo apañadín que es para subirles la moral en esos días que salen del cole como el que vuelve de perder la guerra... ¡con lo que me gusta verles el morrete lleno de chocolate al terminar! Entonces empecé a investigar un poco en busca de alguna receta casera para sustituir la crema de cacao y avellanas comercial por algo más sano... o simplemente menos venenoso, que una ya se conforma!

¡esta crema no tiene ingredientes raros!


Encontré recetas con más o menos proporción de avellanas, chocolate de distintos colores, leche, aceite, mantequilla... había de todo, como en botica. Y probé unas y otras, algunas con mejor resultado, pero ninguna me acababa de convencer del todo: o muy líquidas, o muy duras, o muy grasientas. Hasta que un día moliendo avellanas para probar una nueva, se me fue la pinza y dejé la thermomix moliendo como una loca mientras me iba a hacer vete a saber qué. Y molió, molió, molió... y cuando volví y la abrí no encontré polvo de avellana, no: encontré una especie de puré marrón clarito con pinta un poco aceitosa. Había hecho el equivalente en avellana de la famosa mantequilla de cacahuete de las películas!

Que no tenía ni idea de qué hacer con aquello, pero tirarlo no era una opción después del rato que me había pegado cascando avellanas. Así que le añadí chocolate y lo puse a fundir, y se mezcló y tenía buena pinta... muy espeso, pero con buena pinta. Y le eché leche para aligerarlo, y la pinta mejoró. Y entonces recordé la cancioncilla ¡me faltaba sólo el azúcar! Eché sólo un poco de azúcar glass, mezclé y lo saqué a unos vasos. Y nos gustó! Aunque el azúcar más bien sobraba, las avellanas que se dan por aquí son bastante dulces y no necesitaban más.

Desde entonces fuimos depurando las proporciones, y ahora ya tenemos nuestra receta de crema de avellanas. Marrón y blanca, que nos gustan las dos. La hacemos así:

150 g avellanas (peso sin cáscara)
150 g chocolate (uno decente, que no tenga todos los ingredientes chungos de las cremas, que si no vaya negocio hacemos!)
75 g leche
¿azúcar glass? ... no sé, porque ya no le echo!

Se ponen las avellanas a moler hasta que se reducen a polvo, y se dejan moler un poco más para que vayan soltando su aceite y formen una pasta (en la thermomix a velocidad 5 es un momentín, a más velocidad se sube todo por las paredes y no vale)
Se añade el chocolate troceado (yo uso uno que viene en pepitas para fundir, sale muy bueno y hay un montón de variedades más o menos fuertes o dulces), se tritura un poco (unos segundos a velocidad 7) y se pone a derretir (thermomix: 3 minutos 70º velocidad 2).
Se añade la leche mientras se sigue mezclando, viendo poco a poco la textura que tiene (hay que considerar que al enfriar se espesa un tanto)... y está!

Si en caliente tiene más o menos esta textura, al enfriar queda muy untable pero no gotea nada


Yo hago de los dos colores, primero con chocolate blanco y después negro (en este orden para no tener que lavar el vaso de la thermomix entre medias, cosas de ser vaga!), y al negro según cuál sea le tengo que poner un poco más de leche para que la crema quede fácil de untar. Ante la duda, se puede sacar una cucharada y dejarla enfriar del todo para ver cómo está y si necesita más leche o quizá algo de azúcar.

Después, a tarros o vasos con tapa, y ¡a merendar!

con las cantidades que pongo, salen estos dos vasos -uno de cada- y el otro que lleva mitad y mitad

Por supuesto que no sabe igual que la de bote, de ninguna marca ¡de eso se trataba! ¡no sabe igual porque no lleva todas esas cosas que no queríamos comer! Pero está muuuuuuuuy buena!! Y lleva leche, y sólo la guardo en la nevera en verano, no sé lo que dura a temperatura ambiente antes de estropearse, porque... ¡se suele acabar enseguida!

Truquillo: si sabes de alguien que compre habitualmente estas cremas, pídele que te guarde unos cuantos vasos con tapa, y así ya tienes el recipiente ideal. Porque los tarros con tapa de enroscar tienen esa forma arriba que no deja apurar del todo!!






14/2/13

La receta

El otro día os contaba cómo fui perdiendo parte de mi aversión hacia el día de los enamorados (la aversión vuelve con fuerzas renovadas si salen a colación sortijas brillantes, cenas románticas, florecitas envueltas en tul o cosas por el estilo, eh, que una no es de piedra!) gracias a las propuestas del cole, y hoy rescato de la desmemoria otro ejemplo de esas propuestas: creo que fue el mismo año que escribí la carta, a los chicos de secundaria les proponían escribir "la receta del amor duradero", y sus trabajos estuvieron expuestos en el pasillo del cole durante unos días.

Leí todas las recetas y me gustaron mucho en general. Algunas me hicieron mucha gracia, otras las encontré muy tiernas, otras sumamente profundas, pero a todas les encontraba dos "fallos", supongo que inevitables:

* el primero, que en todas se daba una importancia enorme a la fidelidad, algo que me resultaba un poco... no sé... ¿forzado? En mi opinión, no se puede pasar uno la vida pensando en la fidelidad (ni la propia ni la ajena), si una relación funciona y va bien creo que en parte se debe a que hay ciertas cosas que se dan por sentadas, a las que no hace falta seguir dedicando energías... Pero bueno, es una opinión mía. También había en sus ingredientes muchísimo sexo, pero no existía algo tan elemental como el respeto, ni por asomo... Un amor muy peculiar, el que imaginan los adolescentes...

* el otro "fallo" era que ninguna de aquellas recetas se parecía en nada a una receta ¡se les notaba a todos a la legua que no habían cocinado en la vida! Algunas hablaban de los ingredientes en porcentaje, otras en gramos o cucharadas, pero el procedimiento siempre venía a ser "se mezcla todo y se sirve..." frío, caliente, en plato, en copa... Nada de cocinar, nada de remover, ni espesar, ni cocer, ni sazonar...

El caso es que me picó el gusanillo, y al llegar a casa escribí mi propia receta, que sí que tiene formato de receta y además es larga, con un montón de pasos a seguir, porque el plato que se prepara digamos que no es una cena rápida... más bien es un menú de fiesta, verdad? Aquí os la dejo, solamente por diversión:



RECETA PARA EL AMOR DURADERO
  
INGREDIENTES (para dos personas):

   ♦        1 vaso de mutua simpatía
        1 vaso de atracción física
        ½ vaso de curiosidad
        ½ vaso de casualidades
        2 cucharadas de nervios
        1 taza de ilusiones
        2 tazas de proyectos comunes
        ½ litro de compenetración
        ½ litro de confianza
        ½ litro de respeto
        1 kg de intereses comunes
        1 pieza de cariño de 1,5 a 2 kg
        ½ vaso de ceguera
        detalles, celebraciones, bromas, besos y caricias al gusto
        una pizca de desengaños
        algunos traspiés

PREPARACIÓN:

La receta puede parecer larga y laboriosa: lo es. Pero si los ingredientes son de calidad y se pone cuidado, los pasos van sucediéndose con gran facilidad.

En primer lugar picamos menudas la simpatía mutua y la atracción física (que debe ser de buena calidad, aunque no conviene poner demasiada, ya que tiende a enranciar con el tiempo y puede matar el sabor del guiso) y las espolvoreamos con curiosidad y casualidades varias (puede ser un amigo común, un viaje, una fiesta o un simple tropezón por la calle, al gusto). Lo dejamos macerar un tiempo.

Encendemos el fuego con la chispa del enamoramiento. No se conocen las causas de esta chispa, pero el amor duradero no puede prepararse con un fuego artificial, por lo que deberíamos tener los ingredientes preparados y esperar al momento en que se encienda para seguir con la receta.

Salteamos el macerado a fuego vivo en dos cucharadas de nervios, de esos de las primeras citas. Puede añadirse cosquilleo de estómago al gusto. Se deja dorar, pero es muy importante que no se haga demasiado ni se queme.

Sobre este fondo prepararemos una salsa: ponemos las ilusiones y los proyectos comunes bien repartidos por la cazuela. Cuando estén casi hechos, regamos con compenetración, confianza y respeto, sazonamos con abundantes detalles, celebraciones, bromas, besos y caricias, sin olvidar una pizca de desengaños y algún que otro traspiés, para que no empalague, y dejamos reducir lentamente hasta conseguir una salsa bien ligada.

Añadimos los intereses comunes, un gran cariño y una dosis de ceguera ante los pequeños defectos, todo ello en trozos grandes para que resulten jugosos, y dejamos a fuego lento toda una vida, dejando que el caldo espese poco a poco. Se sabe que ha cocido bastante cuando los proyectos e intereses se convierten en hermosos recuerdos, y el cariño, aunque bastante más blando, se mantiene entero.

Alguien se preguntará qué fue del sexo... Pues es, a menos que se use una cocina de inducción platónica, el fuego que permite elaborar la receta. Imprescindible en su justa medida, que nunca pare el hervor pero que nada se chamusque...



Aviso importante: que nadie se ponga a seguir esta receta a ciegas,
que aún está en fase experimental... 
Me preguntáis si acaso dentro de 30 o 40 años, a ver qué tal salió!

14/12/12

Carajitos

Al preparar los paquetes del Amigo Invisible me di cuenta de algo: tenía regalos para el niño o niña que nos había tocado, para su hermana o hermano, y para su madre. Y me sentí algo mal por los padres, la verdad. Pero siendo honestos... bastante complicado me resulta encontrar buenas ideas de regalo para el hombre de la casa, que lo conozco y esas cosas ¡como para atreverme con desconocidos!

Entonces, para que no quedase al margen de todo, se me ocurrió incluir un caprichín culinario, que eso es para todos los públicos. Y empecé a pensar opciones... que pudiesen viajar... que pudiese empaquetar sin catástrofe...
                                 que...

                                                         que...
                                                                                         
                                                                               que...



Pero al final se me ocurrió: unos carajitos, esas galletas que no son galletas, pasteles que no son pasteles, que son... ¡carajitos!



Son enormemente fáciles de hacer, y la lista de ingredientes es tan breve, que no debe de haber receta que asuste menos:

200 g de avellana
100 g de azúcar glass
1 clara de huevo (o una y media)

Se muelen las avellanas, dejándolas más bien gordinas, con trozos, y se mezclan bien con el azúcar glass. Aquí va en gustos, hay avellanas más dulces que otras, y personas más golosas que otras, puede ponerse algo más o algo menos de azúcar.

Se montan las claras a punto de nieve, y se añade poco a poco a las avellanas, mezclando lentamente. Hay que conseguir una masa más bien firme, pero no seca. Yo diría que merece la pena hacer una parte de la mezcla y hornear dos o tres, para ver cómo están, antes de mezclar todo, porque es importante cogerle el punto a la masa.

Después, se hacen bolitas de masa y se colocan separadas en la bandeja del horno, engrasada o cubierta con un papel de hornear, y se cuecen a 180º durante unos minutos (en mi horno, 4 ó 5 minutos, pero esto siempre varía algo). Tienen que formar algo de costra por fuera, quedando tiernos y jugosos dentro. Siempre se desparraman algo con el calor, por eso hay que dejar unos centímetros entre uno y otro.


¡Y no tienen más misterio! ¿No es para intentarlo al menos?


9/10/12

¿Hacemos helado?

Cuando en la Fiesta de la Jungla sacamos el helado a la merienda, los críos fliparon. Hubo una exclamación de júbilo que me llegó al alma al ver los dos tuppers que saqué del congelador: "pero ese helado... ¡¡lo hiciste tú!!". Sí, y no es para tanto. El otro día me acordé a las cinco menos veinte de que quería hacer helado, me planté en la cocina, lo hice -de dos sabores: chocolate blanco con nueces, y turrón-, lo metí al congelador y a las cinco en punto estaba en el colegio recogiendo a los peques. Había dejado todos los cacharros sucios en el fregadero para la vuelta, es cierto, pero el helado estaba hecho. No cuesta nada!

No me decidía a publicar esto, porque no me veo a mí misma aconsejando recetas de cocina, no sé... no me pega. Pero es que cada vez que hablo con alguien del helado casero que hacemos, se sorprende. Y siempre me preguntan lo mismo: que si queda cremoso (Sí!) que si lo hago con heladera (No!) que si da mucho trabajo (No!) que si puede hacerse de más sabores (Si!)... y parece que nadie se lo acaba de creer del todo... Así que comparto la receta mágica para hacer helado en poco tiempo, sin complicaciones, y sin comprar una heladera. Que no es que tenga nada en contra de las heladeras, al revés, seguro que son una maravilla, es sólo que me da muuuuucha pereza otro artilugio en casa... sobre todo cuando ya aprendimos a prescindir de él!

el de chocolate blanco y nueces... riquísimo!


La receta (gracias a Fanny, que me la pasó asegurándome que era infalible... ¡y es verdad!) es de lo más complicado:

* 5 huevos
* 500 ml de nata para montar
* 12 cucharadas de azúcar (o menos si el ingrediente estrella es muy dulce)
* el ingrediente estrella. Según la receta original, son 100 g de frutos secos o 500 g de fruta fresca. En realidad en casa echamos a ojo y lo que nos da la gana: una tableta de chocolate normal, o 3 plátanos pasados de maduros y media tableta de chocolate, o una taza de pistachos más o menos desalados (a remojo en agua), o una taza de avellanas, o dos tabletas de chocolate blanco y media taza de nueces, o una tableta de turrón blando, o un tazón de moras, o... ¡lo que la imaginación mande en cada momento! Las medidas os las doy a tientas, en realidad echamos a bulto, lo que nos parece ¡¡siempre sabe bien!!

Proceso: buscar un recipiente amplio para mezclar, que va a hacer falta y no mola nada tener que empezar con trasvases. Montar las claras de huevo, añadirles el azúcar y batir un poco más. Montar la nata. Batir un poco las yemas  y mezclarlas con las claras y la nata, suavemente. Batir, triturar o fundir -lo que proceda- el ingrediente estrella e incorporarlo con movimientos envolventes para que la mezcla no se baje. Volcar a un recipiente (o dos, sale una buena cantidad) y meter al congelador unas 12 horas. Ya está.

el de turrón, con pequeños trocitos ¡espectacular!


Complicadíiiiisimo, no? Pues queda riquísimo, cremoso y por lo que sabemos hasta ahora, admite todos los ingredientes que se nos van ocurriendo.

Generalmente hacemos de dos sabores cada vez, para que la cantidad sea menor y para tener más variedad. Lo que hago es mezclar las yemas con las claras y con la nata, separar en dos mitades -aproximadamente, a ojo- y mezclar en cada una el ingrediente que sea...

Creo que no dejaremos de hacer helados en todo el invierno... es tan fácil... tan rico... les hace tanta ilusión tener helado de postre... Y como sabemos lo que lleva, no hay duda con ingredientes sospechosos!!
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