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9/6/15

Esos locos bajitos

... la alegría de la casa, semillero de inquietudes, boicoteadores del sueño, enemigos del aburrimiento, repartidores incansables de mimos y sonrisas... la luz del mundo... ¡los niños!



Hace tiempo, mucho tiempo, que me bulle el tema en el cerebro. Nueve años, poco más o menos... Y de vez en cuando alguna noticia hace que se me avive la indignación. Y de vez en cuando simplemente la idea me viene sin más, sin noticias ni nada... Pues hoy tenía un rato libre, y aquí estoy, dispuesta a poner cuatro puntos sobre las íes aunque haya quien me deje de hablar (bueno, no será pa tanto, quienes opinan de esa manera no creo que dediquen su valioso tiempo a leerme!). En resumen, que creo que a cualquier lugar, evento, acto, reunión, ceremonia, celebración, duelo, presentación, despedida... en cualquier momento ESTÁ PERFECTAMENTE BIEN ACUDIR CON NIÑOS. Con uno, con dos o con diez. Aunque hagan ruido mientras todo el mundo guarda un respetuoso silencio. Aunque pidan comer mientras escuchamos una importantísima disquisición. Aunque haya que salir corriendo para llevarlos al baño y tapar así la visión de los de la fila de detrás durante dos angustiosos y fundamentales segundos. Aunque haya gente que se eche las manos a la cabeza "¿cómo se les ocurre venir con niños??"

Pues sí, señoras y señores, voy con niños a donde tenga que ir, en primer lugar porque tengo niños. Sorprendente, verdad? Son mis hijos, no son un trasto que saco de casa cuando me hace falta y dejo aparcado cuando molesta, son niños, y tienen cabida allá donde yo esté simplemente porque lo digo yo, que soy su madre.

En segundo lugar, porque forman parte de una sociedad y hay comportamientos sociales que necesitan aprender. Y no van a hacerlo montando el simulacro en casa, aprenden viviendo de primera mano diferentes situaciones. Con tres años son más ruidosos que con ocho, y con doce son perfectamente capaces de comportarse "como adultos". Aprenden paso a paso, como todo el mundo. Y no es necesario angustiarse pensando que echarán a perder ese evento tan importante: si no están a la altura de las circunstancias, nos retiraremos con ellos lo más discretamente que podamos. No va a ser el fin del mundo.

Y en tercer lugar, porque estoy hasta los mismísimos ovarios de tanta corrección política para todas las minorías que una se pueda imaginar, y tanta falta de respeto hacia el futuro de todos. Ya está dicho. Que cuando sale en la tele una aerolínea o una cadena hotelera que ofrece a sus clientes vuelos o establecimientos "libres de niños" no se me ocurre otra cosa: a ver la que se liaba si se les ocurre publicitar "vuelos sin discapacitados", "hoteles completamente libres de inmigrantes" o "comedor para menores de 70 años". Que no digo yo que esté bien discriminar a esa gente, pero lo que está fatal es que se discrimine a los niños y al presentador de las noticias le parezca tan natural que te cuenta el caso sin vomitar ni nada!

Y lo peor es que ese desprecio hacia la participación en sociedad de los niños lo contamina todo: como los niños no son bien vistos en infinidad de situaciones sociales, a los padres de esos niños les quedan dos opciones: renunciar ellos también a esas situaciones, o buscarse la vida para dejar a sus hijos con alguien mientras tanto. Y si a unos padres se les ocurre acudir con sus hijos, serán los únicos, y cualquier cosa que hagan, digan y/o muevan sus niños se notará el triple, y esos padres se sentirán fatal simplemente por tener hijos que se comportan de una forma completamente normal. Y se va acostumbrando uno a que tener hijos es un incordio, y así cada vez más familias renuncian a tener otro, y más parejas renuncian a convertirse en familia, y nos vamos convirtiendo en una sociedad vieja, triste... y sin futuro.

Que tener hijos es un trabajazo, sí, y entre pitos y flautas te sale por un pico, y duermes menos, y te preocupas más, pero todas esas cosas los mismos niños se apañan para compensarlas con creces. Lo que es un incordio es tener que vivir pendiente de no herir la sensibilidad de personas a las que los niños normales les molestan tanto. Pues por mi parte queda dicho: NADIE TIENE NINGÚN DERECHO A DECIRME QUE MIS HIJOS SOBRAN. Me importa un rábano si hiero su sensibilidad porque sinceramente los considero unos insensibles.

Vale, que hay veces que los niños llegan a molestar bastante. Que siempre se mueven, y aguantan poco rato callados, y se emocionan tantísimo con las cosas que es imposible que alguien no se dé cuenta de lo emocionante que es el mundo para ellos. Pero es que hay adultos hechos y derechos que también son molestos o directamente maleducados, y nadie generaliza en plan "uf, no vuelvo a comer a ese sitio, van unos adultos groseros e insoportables que hablan a gritos y mastican con la boca abierta". Y resulta que los que deberían tener disculpa para ser molestos de vez en cuando son los niños, que están aprendiendo los comportamientos adecuados en cada situación ¡los adultos se supone que ya los aprendieron! ¡¡y qué poco se les nota a algunos!!

Pues eso, que callo la boca si un día me encuentro con un establecimiento en el que no se admiten personas groseras o irrespetuosas, tengan la edad que tengan. ¡Pero basta ya de prejuzgar a los niños achacándoles todo lo desagradable e inoportuno! ¡¡Que llevo nueve años yendo a donde quiera que voy con uno o varios niños, y la inmensa mayoría de las veces sólo se nota que los llevo porque no son invisibles!!


Una madre mosqueada



8/5/15

Ahhhh, la política!

Últimamente escuché varias veces, siempre con voz pelín escandalizada, aquello de "¿pero te vas a meter en política?" y... bueno, la respuesta es... no. No me voy a meter en política, no me metí en política recientemente... llevo TODA la vida metida en política. En serio...

Nací en un hospital público, es decir que aterricé en este mundo según los protocolos que alguien había considerado adecuados para el aterrizaje. Viví de los sueldos de mis padres, funcionaria y asalariado del sector eléctrico. Eran unos sueldos que subían o dejaban de subir en función de convenios colectivos, congelaciones y decretos varios. Política pura. Fui a la escuela pública (a una, dos, tres... cinco... quién lleva la cuenta!), a un instituto público y a una universidad pública. Estudié los currículos que los gobiernos correspondientes habían considerado oportunos. Pagué las tasas establecidas. Aprobé los exámenes estándar. Política pura.

Por si todo ello no fuera suficientemente político, a los 11 años decidí participar en el Consejo Escolar del cole. Luego vino el del instituto, y la Junta de Representantes de la facultad. Que a una le va la marcha. Me enfadé una y mil veces con algunas decisiones del gobierno, celebré en la barra de algún bar algunas otras... ¿no es eso política? Me manifesté un montón de veces, contra tal guerra del Golfo y tal otra, contra prohibiciones, contra globalizaciones, a favor de insumisos, a favor de huelguistas... También hice huelga. Trabajé sin contrato, sin seguridad social, sin apenas sueldo... ¿Y no estaba metida en política?

Viajé con un pasaporte titulado "Reino de España", me salió sarpullido al saberme más "súbdita" que "ciudadana". Pagué renovaciones de DNI y cambié mi empadronamiento unas cuantas veces. Ni una sola vez falté a votar cuando hubo elecciones, reí y lloré con los resultados. Cuando se me hincharon las narices lo suficiente, apostaté de una religión que nunca fue la mía, pero que durante siglos fue incuestionable en esta parte del mundo. Más política. Me casé en un juzgado (gratis). Vivimos del sueldo de un enfermero de la sanidad pública, ganado en un centro de atención primaria rural, que existe porque alguien alguna vez consideró oportuno que las pequeñas poblaciones rurales tuvieran acceso a la sanidad pública. Tuve tres hijos en un hospital público. Los asenté en el juzgado (gratis otra vez), los empadroné. Hacen sus revisiones en la sanidad pública, al llegar a cierta edad que alguien consideró adecuada empiezan a acudir a un colegio público, donde se les enseña lo que un ministro de educación considera que deben aprender. De vez en cuando hacemos huelga o nos manifestamos contra su criterio ¡por supuesto!

Les explico a mis hijos desde bien pequeños cómo podemos las personas normales intentar cambiar las cosas. Hablamos de justicias e injusticias, de derechos y deberes. De solidaridad y compromiso, de norte y sur, de guerra y paz. Me gusta que lo vayan entendiendo. ¡Me temo que estoy metiéndolos en política!



Y ahora, de pronto, me dicen que me metí en política. Porque me compré una camiseta morada y pegué pegatinas y carteles. Porque encontré un grupo de gente con la que estoy de acuerdo en muchas cosas y en desacuerdo en otras, con quienes puedo hablar en positivo de todas ellas, sin faltarnos al respeto, con quienes soñar proyectos ilusionantes y pelear por hacerlos realidad. Porque nos pareció que la manifestación a la que teníamos que ir esta vez no era en una plaza ni una calle, sino en un ayuntamiento y una junta general. Ahora resulta que estoy metida en política... ¿¿¿¿y antes????



1/5/15

Barquitos a la mar

Aviso a navegantes: con la entrada de hoy nadie va a reírse (o eso espero, confío en no tener mala gente en la sala!). Probablemente no resulte agradable del todo. Quizás alguno acabe llorando, como nos pasó en casa. Pero por aquí la encontramos necesaria.

Hace unos días me encontré en facebook con esto



Y me pareció el tipo de cosa que me gusta hacer con mis hijos. Así que aprovechando el tiempo libre del día festivo, les propuse hacer barcos de papel. Cogimos un periódico viejo (no perdemos de vista el respeto al medio ambiente tan fácilmente!) y empezamos. Al principio les costaba hacerlos sin pedirme ayuda, al final ya eran capaces de empezar y terminar por sí mismos. Y cuando tenían controlado el tema y la mesa estaba llena de barcos, les conté a qué venía todo...



Comprendieron, siempre comprenden cuando se les habla claramente. Hicieron alguna que otra pregunta sobre esas personas que mueren tratando de llegar a nuestro mundo ("¿no tienen casa?" "si saben que se pueden ahogar, ¿para qué van?" "¿y dónde está su familia?"). Preguntas honestas, preguntas de niños. No les dio por preguntar si tenían visado, si tenían permiso para venir, si había sitio para ellos aquí. Todo eso no entra en una mente limpia. Sí que me preguntaron si en ese mar no había barcos de rescate. Y antes de poder responder, se me escapó una lágrima.

Es un tema difícil, doloroso, inexplicable. Rugen las entrañas cuando una se imagina el ser humano detrás de cada cadáver. No encuentro un resquicio por donde colar las políticas de inmigración en el torbellino de sentimientos que esta catástrofe me desata.

Mis hijos también preguntaron para qué iba a servir enviar nuestros barcos a la concentración del martes, claro. Y les contesté como tantas veces, para qué sirven las manifestaciones, para qué sirven las protestas pacíficas, para qué sirve hablar de los asuntos molestos... sirve para darle importancia, sirve para obligar a más gente a pensar en ello, sirve para sentirnos acompañados en el desasosiego. Y a la larga, sirve para cambiar el mundo. A la historia me remito.




28/4/15

Lo que no puede ser...

Hay cosas que no pueden ser, no pueden ser y además son imposibles. En mi vida hay alguna que otra, por supuesto que las hay, y os puedo asegurar que me encantaría conseguir alguna de ellas... qué le vamos a hacer! Si vosotros podéis hacer alguna de estas cosas... contadme qué se siente!! No os dé pena darme envidia, quiero mantener la imagen mental de estas pequeñas cosas antes de que se fuguen de mi memoria para siempre!

No se puede una duchar sin que una personita encantadora le tire las zapatillas dentro de la ducha. (Donde digo "le tire las zapatillas dentro de la ducha" también podría leerse "le meta la muda limpia en el retrete", "le frote la espalda con la escobilla del retrete", o... o... bueno, la imaginación es libre!)

No se puede bajo ningún concepto cocinar manteniendo los dos pies apoyados en el suelo. Porque es muy aburrido, porque así no trabajas el equilibrio, y sobre todo porque si tienes los dos pies en el suelo y las dos manos cocinando... ¿con qué apartas a la personita del cubo de la basura, la bolsa de reciclaje de envases o las varillas de la batidora?

No se puede tomar un café aburrido después de comer. Puedes tomar un café, o algunos días tomar medio café y limpiar del sofá, tu ropa y la ropa de la personita el otro medio. Lo que no puedes es aburrirte mientras lo tomas, eso no es posible, no, no, no. Intentas evitar que la personita beba café, que el café caliente te riegue el canalillo, que la personita trepe por tu espalda... intentas evitar cosas, en resumidas cuentas! Te centras tanto en ello, que a veces descubres media hora después que te queda casi todo el café en la taza, helado, asquerosete. Una lástima.

No se puede mantener una conversación inteligente por teléfono. Hablar puedes, normalmente, pero la parte de escuchar se complica con la personita intentando explicarte el origen de los agujeros negros en su peculiar idioma de tatatá neeeee pooooopu. Sin teléfono es más fácil porque el idioma de las señas es casi casi universal.

No se pueden guardar cosas en armarios, estantes, cajones o lugares en general que queden a menos de un metro del suelo y no puedan ser atados, bloqueados y/o cerrados de una forma u otra. No se puede, y punto. Cuanto antes asumas esto, mejor.

No se pueden guardar cosas a más de un metro del suelo y esperar que sigan en su lugar si se te olvida mantener las sillas apartadas de la personita. Las personitas trepan.



No se puede comer más de dos bocados seguidos sin que la personita se apropie del tercero, pida agua, te pegue con su cuchara, lance la servilleta al suelo, te robe el tenedor, tire de la punta del mantel o te solmene tremendo tirón de pelo cuando te agachas a recoger la servilleta.

No se puede, jamás de los jamases, hacer esperar a una personita que pide teta, teta, teeeeeta. Bajo pena de pellizcos, gritos, tirones de pelo y desesperación en general.

No se puede utilizar el retrete (utilizarlo en general, sea para una cosa o para otra, ya me entendéis de sobra, tampoco quisiera ponerme escatológica) sin que la personita intente cazar al vuelo con su manita regordeta todo aquello que cae.

No se puede apartar a la personita del punto anterior hacia el lado equivocado del retrete, a riesgo de que aproveche para retocar tu peinado con la escobilla o para desenrollar toooooodo el papel higiénico. Científicos de medio mundo siguen reunidos tratando de dilucidar cuál de las dos cosas fastidia más...

No se puede saber a ciencia cierta dónde está algo. Cualquier cosa. Puedes suponer que está en su sitio, si su sitio es lo bastante inaccesible. Puedes incluso desear de todo corazón que esté en su sitio. Pero asegurarlo es algo que escapa a las capacidades humanas. Sólo cuando lo tengas en la mano podrás decir que sabes dónde está!

No se puede pretender que el color del suelo sea visible a través de la capa de juguetes, ropa, muebles, trapos, papeles y cosas que antes tenían un lugar en el mundo. Podría parecer la disculpa perfecta para olvidarse de limpiar el suelo, pero no lo es: el suelo no se ve entre tanto trasto, pero la suciedad del suelo flota y se mantiene visible siempre. No sé qué dice la física al respecto, pero es así.

No se puede salir de casa sin antes comprobar que lo que cogiste son las llaves, que no estás en zapatillas y que la personita no lleva un zapato de cada. Tampoco se puede salir de casa sin una mochila, un paraguas y una pelota, todo ello talla mini, todo ello imprescindible para la personita en el momento de salir, y todo ello perfecto para que tú lo cargues apenas hayáis avanzado unos metros. Todos tenemos nuestras manías!



De todas formas, tampoco es para tanto no poder hacer todo eso... porque no se puede pasar un día sin recibir algún beso baboso, abrazo mimoso, caricia suaaaaaave... ni sin oír esa risa contagiosa que suena a felicidad pura... ni sin preguntarse una cómo demonios podía girar el mundo antes, sin esa personita dándole cuerda continuamente!!


8/3/15

Objetivo 8/03

Hoy es 8 de marzo. Día de la mujer. No es ninguna celebración, nada de "feliz día de la mujer", no va de eso. Infelizmente, sigue habiendo muchos motivos para la reivindicación. Infelizmente, hay sucesos tremendos que conmemorar. Afortunadamente, siempre hay algún proyecto estimulante al que unirse. Porque... reconozcámoslo... las mujeres somos la caña!



40moments proponía algo sencillo: una camiseta morada, un lema, un día para mostrarlo. Objetivo 8/03. Aquí está la mía



Hace varios años que "plagio" a mi manera la camiseta de Amnistía Internacional para el 8 de marzo. El primer año fue porque quería comprarla, pero no me llegaba a tiempo para la fecha. Y me apañé con papel transfer y una camiseta morada que tenía. Luego empezó a ser mezcla de costumbre y esa sensación de poderío que da no comprar las cosas que quieres porque sabes que puedes hacértelas. Inyecciones de autoestima en formato camiseta.



El modelo de este año... voy a ser sincera, a primera vista no me entusiasmó. Pero luego me fijé en el detalle del dibujo y empezó a hacerme tilín. Y en un par de minutos me había enamorado ¡yo soy así! Era de noche, me dio pereza encender la impresora, y lo calqué directamente de la pantalla del portátil. Quedó un poco demasiado pequeño, pero más adelante me dio pereza volver a calcarlo de la pantalla del ordenador de sobremesa, y desde luego no me veía capaz de ampliarlo a pulso, así que... ¡acabará encantándome en este tamaño!



Patrón "Faded stripes" de la ottobre 2/2015, tela de La Pantigana, dibujo a rotulador textil. Nada como un fotógrafo de 5 años para que te vea "así de grande"!

Y como ahora en esta casa hay otra mujerina, pequeña pero mujer al fin y al cabo, ella no iba a ser menos... Simplemente le dimos la vuelta a su vestido de pana, y hoy va tan reivindicativa como cualquiera.



Ojalá cuando tenga mi edad ya no haga falta conmemorar el 8 de marzo con reivindicaciones... que ya sólo sea una fecha para recordar... ¿lo conseguiremos? ¡seguro que sí, mirad qué potencial hay por ahí suelto!!








3/1/15

Natural elegancia

Vamos a ver, esto es pitorreo, eh! Empezando por el título y terminando donde sea que se termine... La elegancia no va conmigo, la verdad. No tengo ninguna y no me apetece lo más mínimo tenerla, digamos que no me parece una cosa importante. Ni siquiera me parece una cosa!

Soy del tipo de persona que nunca "se arregla" para una "ocasión especial". En parte porque por ahora no me siento averiada así que no se me ocurre qué arreglar, y en parte porque no creo en las ocasiones especiales premeditadas. Las ocasiones especiales, las de verdad, se presentan sin avisar y lo mismo te pillan en pijama que en bañador y camiseta y sólo aceptablemente depilada. Y no importa, porque las ocasiones especiales son lo bastante especiales como para que no tenga la menor importancia lo que llevas puesto o las proporciones de tus ojeras, se quedan grabadas en la memoria de todas formas, y al cabo del tiempo todos salimos guapos en el recuerdo.

En resumen: que en mi armario no existe la ropa "de salir", "de fiesta", "de vestir" ni muchísimo menos "formal". Bueno, de vestir sí que tengo ropa, de hecho toda mi ropa es de vestir: me visto con ella a diario!! Cuando quito el pijama y me ducho, pongo ropa. La elijo en función del frío o calor que hace, y en ese momento no paro a pensar si voy a pasar el día sin salir de casa o voy a salir a cenar de restaurante. Toda mi ropa se ve en la obligación de servir lo mismo para una cosa que para la otra. ¡Qué mala vida le doy!

Pues resulta que el otro día mi hijo consideró que en mi vida cotidiana falta elegancia, y puso su granito de arena para resolverlo regalándome ¡¡una corbata!! Me la puse, por supuestísimo, y la llevé puesta todo el día, que pese a no ser una persona elegante tampoco tengo ningún problema para salir a tomar algo con corbata...



Eso sí, casi me alegro de que su idea de corbata sea hacer una de papel y regalármela a mí, mejor eso que pedir una para él... nunca me gustaron los chicos encorbatados!! jajaja




11/12/14

Abusones!!

Lo siento, hoy no estoy metafórica ni bromista ni... ni... ni siquiera de buen humor. Esta es una entrada de desahogo, derecho al pataleo puro y duro. Si ya estás que trinas con el sistema educativo en general, casi mejor no la leas... no la vayamos a liar!

Se pasa una la infancia de los hijos intentando protegerlos de ciertas cosas y enseñarles a protegerse por sí mismos de un montón de ellas. Una de las que suelen preocupar, así, en general, son los abusones. Nadie quiere que su hijo se convierta en un abusón, ni tampoco que sea la víctima de uno o varios. Y ahí nos esforzamos, día sí y día también, en dar ejemplo, en ser justos, en explicarles las cosas, en enseñarles que tienen unos derechos que nadie les puede pisotear. Y de pronto un mal día te viene el sistema de frente y te da en to la boca. Sin avisar.

Resulta que ayer mi hijo mayor salió del cole con malas noticias: todos los niños y niñas de primaria están hoy castigados sin recreo. Ea. ¿El motivo? (no digo "la razón" porque razón no tienen, esto es un despropósito irracional y punto) que ayer a mediodía, en el recreo del comedor, alguien sin identificar rompió un dispensador de toallas de papel en el baño de los niños. No tendrán patio hasta que aparezca el culpable. Y yo me subo por las paredes, la verdad. Los niños, que serán muchas cosas pero no suelen tener un pelo de tontos, ya están improvisando y dando nombres, yo personalmente ya escuché dos o tres versiones diferentes y todas empezaban con "yo lo vi, fue...". ¿Mentirosos? quizás, pero en el fondo sólo están intentando dar a los profes lo que les piden: un nombre, y podrán salir al patio. ¿No era perfectamente previsible que reaccionaran así? Venga ya, que todos fuimos pequeños, dices el primer nombre que se te ocurre, o el de alguien que no te cae demasiado bien, o el de alguno que suele andar metido en líos, que seguro que cuela. Y sales al patio, que es el momento por el que merece la pena ir al colegio cada día cuando tienes 6, 8, 10 años.

Los niños están que los llevan los demonios, claro. Tienen un sentido de la justicia bastante fino, y esto que les hacen no tiene sentido se mire por donde se mire: ¿dónde está su presunción de inocencia? ¿dónde está el no pagar justos por pecadores? ¿dónde está su derecho al juego (Declaración de los Derechos del Niño, principio 7 y Convención sobre los Derechos del Niño, artículo 31, que siempre se nos olvida el mismo derecho)? Sí, queridos profes, habitualmente admiro y respeto muchísimo vuestra labor, porque bien hecha es una labor grandiosa, pero cuando tomáis medidas como esta tengo que decíroslo: os quedáis en simples abusones. Abuso de autoridad puro y duro.

Es triste, pero resulta facilísimo cebarse en los niños. No suelen estar bien informados de sus derechos (culpa nuestra, que tenemos como deber enseñarles lo necesario para manejarse en la vida), y cuando los conocen no saben cómo ni dónde defenderlos. No suelen comprender a un nivel lógico que quien manda, quien toma las decisiones, a quien habitualmente hacen caso, puede estar equivocado y ellos no. Lo saben, lo sienten, lo gritan y lo patalean, pero no comprenden sosegadamente que tienen razón y pueden luchar por ello de una forma civilizada.



Ahora ¿alguien se imagina que el Ministerio de Justicia decide aplicar esta doctrina de forma general para los delitos de sangre? "No se han logrado esclarecer las circunstancias en que tuvo lugar el reciente homicidio de la Calle del Salmonete, por lo que el juez en aplicación de la Doctrina Recreo ha ordenado el ingreso en prisión de todos los habitantes de la ciudad, hasta que aparezca el culpable". Y nos quedamos tan anchos, verdad? ¡¡pues esto exactamente es lo que se les hace a los niños en el colegio!! Vale, no se les ingresa en prisión... pero es que tampoco mataron a nadie...

Total, tenemos en resumen:

* un dispensador de toallas de papel roto. No sé si se sustituirá por otro o no, ni cómo. Lo cierto es que llevan sin usarse desde el episodio de la gripe A, cuando en los colegios se usaron toallas de papel a pesar del precio. Pasado el episodio, las toallas de papel volvieron a ser demasiado caras para seguir usándolas. Espero que a nadie se le ocurra gastar unos euros en otro...

* 28 niños privados de su derecho a jugar. Castigados. Esto no va a reparar el toallero, obviamente, pero sí hace que ellos estén resentidos hacia el colegio. Todos. Incluso los que ni siquiera estaban en el recinto escolar en el momento del incidente.

* 26 o 27 niños castigados sin haber hecho nada (no creo, sinceramente, que fuesen más de uno o dos quienes la tomaron con el toallero, es raro que se organice una mafia infantil para tan poca cosa)

* 1 o 2 niños pensando (a ver, esto es lo que me imagino yo que piensan...) "cualquiera dice ahora que fui yo, si por la birria de toallero castigan a todo el cole, menudo marrón!". Lo que se dice atemorizados.

* un número indeterminado de niños dispuestos a inventarse un culpable con tal de salir al patio

* un pequeño número de niños acusados injustamente de haber roto algo que no rompieron. Son las víctimas más víctimas de todo el asunto, quiero pensar que algo se hará cuando pase todo para restablecer su dignidad. ¿Ilusa yo? no sé, me parece que sería lo lógico...

Si alguien me puede explicar qué mejora el castigo respecto a la situación inicial (un toallero roto), por favor que lo haga, porque tengo muchas ganas de gritar palabrotas y mi hija pequeña está aprendiendo a imitar sonidos. No es el momento.



11/11/14

ay ay ayayyyyyy

Si hace un tiempo dediqué unos cuantos pensamientos a los fabricantes de paraguas, y hace unos días me desahogué vía facebook respecto a los de pañales (nada, tonterías mías, que soy una puntillosa y cuando leo "barreras antifugas" me quedo pensando que realmente las cosas no se fugarán de ahí dentro y la ropa no acabará llena de caca), hoy les toca a los de ramo textil. Y es que...

QUERIDÍSIMOS FABRICANTES DE LEOTARDOS DIMINUTOS:

Puede que nunca hayan tenido ustedes la suerte de ver de cerca un bebé humano, y eso lo explicaría todo. Pues yo les cuento: un bebé humano es anatómicamente muy similar a un humano de cualquier otra edad y/o tamaño: dos brazos, dos piernas, una cabeza... lo normal. Y en cada una de sus piernas suele haber, hacia el final, un pie. Con cinco deditos chiquitinos. Un pie que, en contra de lo que ustedes suponen, surge de la pierna en la misma posición que los suyos propios: deditos hacia delante, talón hacia atrás. En serio, como se lo cuento. Los bebés humanos NO tienen los pies de lado. Quién lo iba a decir, verdad?

¿Que por qué digo esto, se pregunta alguien? Pues vamos a ver... ¿cómo van a quedar bien a un bebé humano con sus pies convencionales, deditos para delante y talón hacia atrás, unos leotardos con el sitio para los deditos hacia la izquierda y el sitio para el talón hacia la derecha, viceversa en la otra pierna??



No resolvemos nada utilizando leotardos sin talón... porque la costura de la puntera está hecha perpendicular a como debería... para ese hipotético bebé al que le nace el empeine mirando pa Cuenca. En la longitud de una pierna de bebé tenemos que darle un giro de 90º al leotardo para dejar la puntera en su sitio. Lógico y normal.



















Creo que las imágenes hablan por sí mismas, así que no digo más. Que me enciendo y luego me tengo que apagar yo sola!




28/7/14

Media vida

Hoy es mi cumpleaños. 36. Me encanta cumplir años, porque es un día en el que quieras que no te miman un poco más, te llama gente con la que casi nunca hablas (y no por falta de ganas, sino que la vida es así de tonta), los peques te besuquean el día entero, comes tarta de postre... ¡todo son ventajas!

La cifra de este año me parece de las importantes ¿por qué? pues tonterías mías, supongo. No me va eso de replantearme la existencia con las cifras redondas, cumplir 30 no me supuso ni fu ni fa, y desde luego no tengo pensado tener ninguna crisis ni nada que se le parezca cuando lleguen los 40 ¡ni hablar! Pero hace unos días me dio por pensar... hoy, justo hoy, llevo media vida siendo mayor de edad. De hoy en adelante, habré sido "adulta" más tiempo que niña (las comillas son porque eso de que al cumplir los 18 fuese adulta no se lo cree ni el que asó la manteca, pero bueno, tampoco el día anterior era exactamente niña!). A lo mejor va siendo hora de dejar de hacer chiquilladas...

¡A lo mejor ya no tendría que gustarme saltar en los charcos!

imagen vía

A lo mejor habría que dejar los globos de agua para los peques...

A lo mejor debería ir pensando en convertirme en una persona seria...



A lo mejor debería dejar que cuando vamos por la calle mis hijos canten más alto que yo...

A lo mejor ya no tengo edad de hacer pedorretas sacando mucho la lengua...

... a lo mejor...

¡o a lo mejor justo ahora tengo que darle aún más cancha a mi niña interior, no vaya a ser que estando en minoría se me amustie!!!! ¡¡¡Venga una ronda de hacer el indio!!!







Lo de convertirme en una persona seria... no sé... me vais a dejar que lo piense un rato y ya si eso lo miramos dentro de otros 36!


4/7/14

Kimo Kap, porque ellos lo valen

Una de esas iniciativas con las que hay que colaborar, sí o sí. Me enteré de casualidad, en facebook (en esta página, pero mirad bien que hay un montón de distintas zonas de España), y me pareció tan oportuno que no podía dejarlo pasar. Se trata de donar telas chulas, alegres, de algodón suave, para confeccionar gorritos para niños que se quedaron pelones a causa de la quimioterapia. O confeccionar el gorrito, al que se ha dado el nombre de Kimo Kap, y donarlo ya hecho.

Andaba yo en unos días de esos de bajón tonto, comiéndome el coco con cosas que no merecen la pena, unas porque tienen solución y otras porque no la tienen pero podremos vivir felices con ellas de cualquier modo, a punto de mandar un montón de cosas a la porra, y de pronto me encuentro con esto. Qué manera de poner las cosas en perspectiva de repente, chicos!! No importa demasiado el tipo de historias que te ronden la cabeza, en cuanto pones encima de la mesa el concepto "niños con cáncer" te das cuenta de lo estúpidas que eran todas esas preocupaciones, lo poco que importa casi todo en esta vida mientras podamos disfrutar de una familia sana. Era justo lo que me estaba haciendo falta para dejar de ahogarme en mi minúsculo vaso de agua!

Así que me descargué el patrón (aquí, en tres tallas, y aquí el tutorial), busqué entre mis telas coloridas, y empecé a coser gorritos para proteger del sol esas cabecitas pelonas, peleonas, delicadas pero tan inmensamente fuertes.



Se proponía adjuntar una nota con el nombre y un saludo de quien envía el kimo kap, para hacerlo más personal, y no pude menos que escribir una tarjeta para cada uno, en la que enviamos todo nuestro ánimo para esas familias en momentos difíciles. ¿Adivináis quién ayudó en la decoración? ¡se me apuntan a un bombardeo! Qué bueno poder pensar que cualquiera en una situación difícil puede sentirse arropado por un gesto de un desconocido...



Y allá se van, rumbo al hospital, cargaditos de cariño. Os animo a que os informéis de esta iniciativa y colaboréis con ella en la medida de lo posible, porque los niños son siempre niños, les toque la situación que les toque vivir, y siempre son lo más valioso que se puede proteger.



Y sabéis que hay otra cosa importante que podéis hacer por estos niños, verdad? ¡no dejéis de planteároslo! Hacerse donante de médula no duele, no es complicado, no tiene efectos secundarios... ¡sólo es un pinchacín, y te hace sentir muuuuuuucho mejor!



Y que no se me olvide... ¡dar gracias a la vida porque mis peques sólo tuvieron que poner el gorrito para la foto!




7/6/14

Así se hace!!

No lo voy a negar, a mí me gusta un montón quejarme cuando las cosas no son como creo que deberían ser. Eso que llaman derecho al pataleo, no me lo salto ni en broma. Pero también es verdad que me gusta reconocer y agradecer cuando las cosas sí que se hacen bien hechas. Y por eso hoy voy a dedicar un ratito a dar las gracias...

En el último cumpleaños de Nel, le regalamos un set de Lego. Encantado de la vida, se puso a montarlo justo entonces, y después de unos cuantos pasos de aquellas instrucciones laaaaargas, se encuentra el pobre con que le falta una pieza. Revolvimos todas las que quedaban en la caja, movimos muebles por si se había colado por algún sitio, revisamos una y mil veces, y al final la sustituimos por una del mismo tamaño aunque distinto color, de las que ya teníamos en casa. Él terminó de montar su camión de bomberos, descubriendo que sobraban algunas piececillas chiquitinas y otra no tan chiquitina, y yo decidí buscar en la web de la marca cómo pedir la pieza ausente. Más que nada por quitarle el chasco a Nel, pero también porque es una marca que me acompaña desde muy pequeña, que me encanta, y de la que esperaba una respuesta satisfactoria. No me apetecía  nada que se me cayera un mito en aquel momento!

Unos días después de escribirles, tuve una respuesta en el email: que habían enviado la pieza y llegaría en pocos días. A los dos días estaba en el buzón, perfectamente embalada para viajar y acompañada de una carta en la que se disculpaban por el error y nos aseguraban que se esfuerzan mucho en evitar que pasen cosas así. Le di la pieza a Nel, le enseñé la carta y él sugirió que deberíamos enviarles las piezas que venían de más en la caja, ya que la que venía de menos nos la habían dado. Muy justo mi niño.

Pero no acaba aquí la historia, no! En los días que habían pasado, el camión había sufrido las condiciones de vida de un juguete en esta casa, y se había desmontado por un par de sitios. Nel que se pone a reconstruirlo, aprovechando para colocar su flamante pieza nueva, y... descubre que no faltaba tal pieza, que la había colocado por error en el lugar donde debería ir otra, un poquito más pequeña... que habíamos pensado que sobraba! Jajajajaja qué momento de risa pasamos, por favor! Y entonces sí, estaba completamente convencido de que teníamos la obligación moral de escribir "a los chicos de Lego" y devolverles la pieza, pidiendo perdón por el despiste y por las molestias. Qué menos, no?

Volvimos a escribirles a través de su web, explicando todo bien, y el mismo día recibimos respuesta... que por supuesto no hace falta que les devolvamos la pieza, que la conservemos como recuerdo, y que les alegra que hayamos quedado satisfechos con su servicio. Más majos ellos...

Pues eso, que probado y puesto a prueba el servicio al cliente de nuestro juego favorito, teníamos que decirlo públicamente: ¡esta gente es muy maja!



31/5/14

Mi fular y yo

Si me dan a elegir entre cochecito y porteo, sin pararme ni medio segundo a pensar elijo porteo. De hecho Lía aún no conoce la sensación de ir en un cochecito. Bandolera, mochila, fular, mei tai, todos me sirven. De todos tenemos, y unas veces elijo uno y otras veces otro, sin que sepa decir los motivos.

Pero si tuviera que elegir uno solo entre ellos, tampoco tardaría medio segundo en decidirme. Con mi fular al fin del mundo! Recuerdo perfectamente el día que llegó a mi vida, por correo. Abrí la caja, empecé a desdoblar aquella cantidad de tela... y lloré. No de emoción, no. De impotencia. Casi cinco metros de largo son muchos metros para alguien de mi tamaño, y lo único que era capaz de pensar entonces era que en la vida sería capaz de hacer algo útil con aquello. Me pesaba el dinero gastado, pero sobre todo la desilusión. Porque lo había esperado muy ilusionada. Hasta me quise consolar pensando que si lo cortaba a la mitad y unía las piezas a lo largo, por lo menos podría servirme de colcha.

Después de un rato de desesperación decidí coger el toro por los cuernos, empezar a mirar instrucciones con calma, y probar nudos. Al cabo de media hora tenía a Chus colocado allí dentro. Y nos encantaba a los dos. En pocos días me atreví a colocarlo a la espalda, yo sola, sin ayuda de nadie. Y también nos encantaba. Fue un flechazo.



Por algún motivo, me siento más cómoda con el fular que con cualquier otro portabebé. Lo siento sobre mí más natural, me gusta la sensación de adaptarlo completamente a nuestros cuerpos, y me resulta taaaan cómodo poder colocarlo de una forma u otra según el momento... ¡que no me importa ni arrastrar los extremos por el suelo mientras lo voy colocando!

Pero desde hace no mucho, por fin tengo una razón de peso para preferirlo por encima de todos los demás métodos para llevar un bebé. Hace poco, en un día de sol y prao, una manguera decidió reventar a pocos centímetros de mí, dejándome empapada de pies a cabeza. A mí y a mi ropa, claro. Después de un momento de estupefacción, fui al baño con mi fular en la mano y salí así



Caminaba como una chinita, sin poder separar los pies, pero estaba vestida mientras la ropa secaba al sol y Lía pasaba de brazo en brazo encantada de la vida. Y es que más de cuatro metros y medio de tela dan para mucho!

Ahora vamos a ver, me expliquen cómo me hubiera apañado con una bandolera, un mei tai, una mochila... ¡o con un cochecito! ¡¡Yo ya soy de fular para siempre jamás!!




25/4/14

Fashion revolution: mi ropa la hago yo!!

Ya había hablado de esto antes, y en el día D -ayer- no se me olvidó el compromiso: vestir ropa hecha en casa (como casi siempre jeje) pero por un día... del revés!



Pensaba ponerme del revés la camiseta y listo, pero la camiseta suele quedar oculta bajo el fular y la peque, y además una se anima fácilmente y coge carrerilla que no veas, así que al final... al final camiseta, chaqueta, pantalón... ¡hasta las bragas llevaba al revés, que no es cierto eso de que no las ve nadie! ¡las veo yo cada vez que voy al baño! ¿o va a ser que yo no cuento? ¿eh? ¿¿eh??

Bueno, basta. Que lo podemos tomar con todo el humor del mundo, pero el tema es serio. Que ya hace un año hubo un montón de personas, seres humanos, gente, que murió trabajando. Haciendo ropa. Cosiendo durante jornadas larguísimas, por sueldos bajísimos, en condiciones chunguísimas. Para que las tiendas de occidente estén llenas de ropa monísima. Que no, que no hay derecho. Y lo peor es que esas condiciones de trabajo infrahumanas no están sólo detrás de la ropa hiperbarata de ciertas marcas, no. Hay ropa nada barata que se produce en los mismos lugares, de la misma manera. Lo que pagamos no tiene nada que ver con lo que cuesta, y tristemente tampoco con lo que vale. Mundo de locos.



La verdad es que no es fácil mantenerse al margen de este sistema de producción, por eso surgió la iniciativa de preguntar a las marcas quién cose su ropa, y preguntárselo usándola por un día del revés. Probablemente la forma más sencilla de no colaborar con el sistema sea coser la propia ropa en casa, en las condiciones "laborales" que nos dé la gana, que para eso somos empresa, currante, distribuidor y cliente todo en uno. Yo coso cuando me apetece, si nada me lo impide. En el lugar que elegí (o en el que sobraba en casa, pero sigue siendo mi rincón, y está en mi casa). Las prendas que quiero. Al ritmo que me pide el cuerpo. Por eso la ropa que vestimos por aquí está cargada de buen rollo y nada más te la pones te apetece sonreír un poco. O un mucho!






8/4/14

¿Quién cose tu ropa?

Esta es de las iniciativas que me encantan! El día 24 de este mes hará un año, ya, del derrumbe del complejo Rana Plaza en Dhaka (Bangladesh). 1133 muertos, mil ciento treinta y tres personas que murieron mientras estaban trabajando en pésimas condiciones para fabricar la ropa barata de occidente. Mil ciento treinta y tres muertos, si te los imaginas en fila uno detrás de otro, probablemente te causen un desasosiego enorme. Y si los recuerdas mientras coges del estante esa flamante camiseta por 5 euros, probablemente ya no te parezca tan barata. Pagamos una parte del precio en euros, la otra en humanidad.



Pues el día 24, un año después, todos estamos invitados a mostrar al mundo nuestra ropa del revés como una forma de preguntar a las marcas de moda "quién hace nuestra ropa", es lo que se ha llamado Fashion Revolution. Muchos vamos a enseñar nuestra ropa, la que no está manchada de sangre ni de explotación laboral en el otro confín del mundo. La que hacemos en casa. Y lo haremos poniéndonosla del revés, para que se note más.






11/2/14

El otro puerperio

El puerperio es un periodo de duración indeterminada que empieza cuando tienes un hijo y termina... bueno, tarde o temprano termina, eso seguro!! Se caracteriza por un cansancio traidor que te asalta cuando menos te lo esperas dejándote K.O. en cuestión de segundos y que alterna con despliegues de energía impropios de un ser humano al límite de su resistencia, una empanada mental nivel apocalipsis que puedes más o menos llevar con dignidad achacándola a las hormonas, y cambios de humor tan divertidos como desesperantes, depende del momento y la comprensión de los presentes.

Empiezo aclarando esto porque aunque parezca mentira hay quien no sabe lo que es el puerperio, incluso hay quien pasa su primer puerperio sin enterarse de que toda esa locura tiene un nombre (y no miro a nadie... ¡porque no tengo un espejo a mano!). Es una época de cambios, algunos tan evidentes que se le ocurren a cualquiera, como ese pequeño ser indefenso que aparece en casa para quedarse, otros bastante más sutiles, y algunos de esos cambios son bien puñeteros de asimilar: que si ya no duermes una mierda que valga, que si te interrumpen todas las comidas todos los días para cambiar un pañal cagado, que si necesitas tres cuartos de hora para salir de casa y aún así se te olvida llevar una muda de recambio y justo entonces hay un desbordamiento de pañal...

imagen vía


Pero yo quiero hablar de las cosas buenas del puerperio, que las tiene y muchas. Y no me refiero a la alegría de un nuevo hijo, no, sino a ciertas pequeñeces que tienden a pasar desapercibidas en medio de tantas emociones. Veamos...

* Vuelves a poder tumbarte boca abajo, que no es que sea una cuestión de vida o muerte, pero tiene su punto. Ni un culín de sidra, ni un bocata de jamón, ni saltar en parapente, lo que más echaba de menos durante los últimos meses de embarazo ¡era tumbarme boca abajo un rato!

* Un buen día te miras los pies al ponerte los calcetines (¡eh, mira, otra alegría! ¡te ves los pies!) y descubres que vuelves a tener tobillos. Es una alegría difícil de entender para quien no haya pasado por la fase sin tobillos al final del embarazo, yo personalmente envidio a las preñadas que no sufren la pérdida de tobillos tanto como las compadezco por perderse el reencuentro un tiempo después. El día que me vi los tobillos, ahí, donde siempre habían estado, sanos y salvos por fin, me apeteció bailar de alegría. Y bailé, para qué negarlo, entre el retrete y la mampara de la ducha, con los calcetines sin poner. Felicidad en estado puro.

* Descubres que puedes tener una teta el doble de grande que la otra, y al cabo de unas horas hasta pueden cambiar los papeles. No es que suponga una alegría, pero es divertido. También acabas descubriendo que puedes evitar la asimetría engañando un poco al bebé y poniéndolo en la teta que te interesa rebajar, que hay que reconocer que ciertos escotes quedan fatal con un melón y una mandarina. Te sientes un poco dios, modelando la carne.

* Vestirse cada día ya no es una rutina, sino una sorpresa tras otra: camiseta que no sirve porque no cabe la pechonalidad, pantalón que no sirve porque se cae, otra camiseta que no sirve porque no sale la teta, calcetines estirajados de la época sin tobillos, pantalón que vuelve a servir después de no quieras pensar cuántos años... Puede haber quien considere esto un coñazo, o quien lo solucione plantándose en una tienda y renovando armario y listo, pero a mí me hace gracia esto de las sorpresas por la mañana, y como no me importa demasiado andar con ropa desparejada, o que me queda grande, o vieja revieja, pues lo paso bien.

*El día que dejas de sangrar te sientes como si hubieras ganado un oro olímpico. Vete a saber por qué, si no tiene mérito ninguno, pero ¡qué subidón! Y como de pronto ya no necesitas cambiar compresas, te encuentras con un descenso del nivel de estrés que sabe a gloria bendita. Debe de ser el caos hormonal el que hace que semejante tontería parezca tan maravillosa.

* Se acabó el racionamiento de líquidos al final del día. No más miedo a levantarse quince veces a mear a lo largo de la noche. Nada de eso. Ahora de hecho puedes estar bebiendo agua como un cosaco (bueno, como un cosaco abstemio, cosa harto rara, pero ya me entendéis!) y ni te acuerdas del retrete en horas ¡bendita lactancia! Ya no te planteas la posibilidad de esconder una bacinilla debajo de la cama para evitar el desplazamiento al baño, sino que dejas en la mesilla una botella de agua para aplacar la sed nocturna. Y la bebes. Y la rellenas y la vuelves a beber. ¡Y sigues sin mear!

¿Y sabéis qué? que hasta el cansancio tiene su parte buena, y es que te hace ver la realidad un pelín difuminada... sin mucho detalle... y los detalles buenos te los imaginas... y los malos haces como que no existen y tan feliz!!



27/6/13

Cuando dicen...

Cuando dicen que no están haciendo recortes en educación, pero resulta que suprimen un aula...

Cuando dicen que aportarán los medios suficientes, pero desaparecen dos maestros y medio de la plantilla...

Cuando dicen que apuestan por la zona rural, pero cada medida que toman nos hace sentir que nos expulsan de mala manera...

Cuando dicen que algo no va bien y todos sabemos que es cierto, pero insisten en alejarnos de los modelos que funcionan...

Cuando dicen que hay que apretarse el cinturón y sentimos que nos lo aprietan alrededor del pescuezo...

Cuando dicen que es necesario optimizar recursos, y lo único que se quita es lo que nos afecta a todos...

Cuando dicen que harán todo lo posible por hundirnos la vida (no lo dicen con estas palabras, pero ya no necesitamos traductor para entenderlo) y nadie se inmuta, como si nada importase mientras "la roja" vuelva a ganar...

Cuando parece que nuestros hijos van al colegio con el único propósito de pagar el pato de todos los desmanes cometidos por los de siempre...

Cuando el sistema apesta tanto que a una le apetece meter la cabeza en el retrete en busca de aire fresco...
... no sé a ti, pero a mí me entran ganas de bajarme de este tren. Aunque sea en marcha.

31/3/13

¿Trabajo de chinos?


Bueno, puede que sí  se pueda llamar así… de hecho tratábamos de imitar una artesanía de una región de China… Y además la tarea era lenta, minuciosa y delicada. Un trabajo de chinos se mire por donde se mire, pero el mundo es de los valientes ¡y había que intentarlo al menos!

Cuando nos propusieron al grupo de madres (y no madres, todo hay que decirlo) de la actividad de manualidades que colaborásemos en la decoración del cole para la jornada de "Una mirada a Asia" con una muestra de figuras de papel cortado… bueno, al principio nos sonó interesante, luego vimos las siluetas que Pepe nos proponía y nos pareció una locura, después agarramos el cúter y nos autoconvencimos de que poco perdíamos por intentarlo. Y al final, más de cien láminas de papel recortado más tarde… nos dimos cuenta de que lo habíamos hecho. Y supimos que si volviésemos a empezar lo haríamos mejor, porque la práctica hace al maestro y ahora ya sabemos de qué va el tema.

Láminas colgadas en el pasillo...

... y las más complicadas, en su rincón. Que se ve mucho mejor en vivo que en foto, por cierto!

Como suele ocurrir cuando se emprende un trabajo de grupo, la tarea trajo buenos ratos de risas y conversaciones casi disparatadas, otros momentos de trabajo en solitario, en casa, apurando un poco el tiempo para terminar y dejando la mente en blanco mientras el cúter iba perfilando tigres, plumas, pavos y pagodas. Es curioso cómo la mente se libera de todo lo que la ocupa normalmente cuando damos a las manos y los ojos una tarea minuciosa… ¿qué preocupaciones dejarán a un lado esas artesanas chinas cuando se sientan delante de su papel? ¿serán similares a las nuestras, o muy distintas? ¿les ocurrirá también a ellas que el mundo se aparta de su mente mientras se concentran a solas en la tarea? ¿se reunirán en pequeños grupos para trabajar mientras la conversación fluye y de cualquier cosa surge una carcajada? Probablemente sí… casi seguro, las personas somos tan parecidas en todas partes… apenas hace falta un detalle que nos haga darnos cuenta y de pronto podemos vernos reflejados en cualquiera, de cualquier país, religión, cultura o clase.


Éstasson algunas de las que yo hice... algunas, las que me apeteció fotografiar!




Curiosos efectos de tontear con artesanías del otro confín del mundo, verdad? Una empieza a recortar un papel de color, dudando del resultado, y acaba en reflexiones como ésta. Que también puede ser que fuese la intención original de estas jornadas… ponernos ante la vista información, detalles, curiosidades e imágenes de lugares lejanos, de culturas ajenas, de personas extrañas, y como por arte de magia lograr que en un instante -casi mágico- nos demos cuenta de cuánto nos une, cuánto nos parecemos, qué fácil podría ser entendernos… dejando a un lado las pequeñeces.




8/3/13

Sabor a infancia


- Abuela, ¿qué haces?
- La cena, nena, que ya va siendo hora
- ¿Y qué cenamos hoy?
- Sopas de ajo, que llenan la panza sin vaciar mucho la despensa

Eran otros tiempos, más difíciles, y en la penumbra de su cocina mi abuela convocaba a los espíritus del hogar para obrar cada noche el milagro: dar de comer a doce personas con los ingredientes de tres raciones. Cuántas veces habremos cenado aquellas sopas de ajo, reciclando algo de pan duro y poco más cuando nadie sabía qué era eso de reciclar... ¡y qué ricas estaban! Pero no era sólo sopa de ajo, en aquella cocina se obraron milagros de todos los sabores y colores, con los ingredientes más variopintos y, más a menudo, casi sin ingredientes. Cómo conseguía sacar de dos huevos aquella tortilla enorme, milagrosa, es algo que aún hoy trato de entender, pero en el fondo sé que no puede ser entendido: era la magia de sus pucheros remachados, su cucharón desgastado y sus cacharros descascarillados por el uso.



Yo era apenas una niña cuando enredaba en su cocina, pero no he olvidado los olores de sus platos, ni el sonido suave chup-chup-chup del hervor de los guisos a su fuego lento (hay poca leña, nena, no puedo atizar más). Y qué rico estaba todo, qué sabores tan naturales, tan honestos, tan de casa... Aquella mujer cocinaba sólo la vejez: gallina vieja, vaca vieja, oveja vieja, apenas por Nochebuena y el día de la fiesta del pueblo se atrevía a matar algún gallo o un cordero, tanto había que mirar por ellos (si se puede vender uno, esas cuatro perras van a venir de maravilla, nena). Eran las horas al fuego, el amor de sus manos removiendo y sus sabios aderezos lo que convertía en manjares aquellas carnes pobres y duras.



La recuerdo siempre atareada, siempre detrás de su mandil y su cuchara de madera (de palo, nena, de palo... de madera es la mesa), con el pelo bien recogido en el moño y las manos muy, muy limpias. Desgastadas de tanta agua fría, pero fuertes y dulces al mismo tiempo. Aquellas manos sabias también sabían coser. Remendar, más bien (ay, nena, qué falta me hacían unos retales curiosos pa remendar la ropa), que hasta los remiendos andaban escasos entonces, pero también en un humilde zurcido puede ponerse arte ¡y qué bien zurcía mi abuela! Alguna vez hasta le traían las vecinas cuatro trapos para que los zurciera, y a cambio la ayudaban a lo que más le costaba: amasar el pan (si no fuera esta reuma, nena, que no me deja vivir, pero ya verás como a ti también te llega, que en esta casa no hay mujer que lo libre). Eran otros tiempos... ¡cuántas cosas necesitaba saber una persona para poder salir adelante! Saber hacer, claro, no saber leyes y nombres y cuentos, como ahora, que dicen que es cultura pero seguro que si volvieran aquellos tiempos más de un culto de esos acababa pasando hambre. Entonces no valían teorías ni dibujos, en una casa había que saber hacer todo lo que se necesitaba, y en eso... ¡a mi abuela no la ganaba nadie!


Todo, siempre, alrededor de la cocina (¡cómo vas a ir pa la sala, nena, con este frío! Acércate a la lumbre, que es donde se para bien), en su reino de trapos y cazuelas: allí se cocinaba y se comía, se aprendía a coser y se cosía, se resolvían los grandes temas y los pequeños también, allí aprendíamos casi todo los niños y también allí recibíamos los castigos que nos tocaban. Allí se consumían las velas en las noches largas del invierno, siempre el aire lleno con el olor del último guiso o del venidero, mientras los abuelos contaban historias, los jóvenes trabajaban lo que el día les había dejado pendiente y los niños revolvíamos por debajo de la mesa, entre piernas y zapatillas, incordiando un poco a todos con su consentimiento disimulado. En una vida llena de precariedades, generosa sólo en frío, la cocina de mi abuela era un oasis cálido en el que nos refugiábamos de buena gana. 


Con los años mejoraron algo las cosas, despacio, pero mejoraron: se apartó la humedad de las paredes y el agua entró en casa por los grifos, las bombillas barrieron muchas penumbras, y poco a poco pudieron hacerse tortillas con ocho huevos y guisos de carne tierna. A mi abuela esos años apenas le tocaron de refilón, no tuvo la vida el detalle de compensarle tanto trabajo y entrega con el disfrute de la abundancia al final de su camino, y se nos fue cuando apenas empezábamos a entrever la prosperidad. Ahora ya no necesitamos alargar los ingredientes hasta el infinito, por suerte, pero su legado se mantiene entre los pucheros de la familia en forma de guisos lentos, largas conversaciones entre cazuelas y muchos de los sabores de sus platos. Ya no hace falta remendar sobre remiendos en la ropa de diario, pero sigue dándome pena tirar ese viejo rodillo de cuadros y sigo zurciéndole los desgarrones. Serán manías...

Hoy soy yo la abuela que cocina, la que cuenta viejas historias como ésta, la que fabrica vivencias que, supongo, serán un día los recuerdos de infancia de mis nietos, y bien veo que me adoran, pero muchas veces cuando estoy en la cocina y agarro el cucharón, no paro de preguntarme si yo, como abuela, estaré a su altura...

- Abuela, ¿qué haces?
- La cena, nena, que ya va siendo hora
- ¿Y qué cenamos hoy?
- Sopas de ajo, que llenan la panza... y saben a infancia.





A aquellas mujeres que criaron hijos y nietos 
multiplicando cada día panes, peces, huevos y leche, 
sin que nadie las llamase santas




(aunque basado en hechos más que reales, esto es una invención, no tiene nada que ver con mi familia ni ninguna persona real en concreto. Es sólo un homenaje a miles de mujeres, anónimas y muchas veces ignoradas, que escribí una vez para un recetario tradicional y quise rescatar hoy, por ser su día)




     



23/2/13

Tejer con agujas finas

Sí, una locura... una locura tremenda!! Con lo acostumbrada que estaba yo a las agujas del 8, que las del 4 ya me parecían el colmo de la minuciosidad, de pronto me veo tejiendo con unas del 2 y medio ¡era una sensación de no acabar nunca impresionante!



Encima, como una es muy temeraria, tejiendo lana negra, de esa que con luz artificial no se distingue un punto del anterior ni del siguiente... ¡qué ganas de complicarme la vida!

Pero todo tiene su lado bueno, y tejiendo de esa forma tan lenta tuve tiempo de pensar, pensar... en ese hilo que va y viene de una aguja a la otra, dejándose hacer... en el movimiento de los dedos que parecen saber por dónde tienen que ir sin que el cerebro les diga nada... y sobre todo, en la cabeza pensante que discurrió que con dos agujas largas se podía convertir un hilo en ropa. Porque una lleva toda la vida viéndolo y parece de lo más natural ¡pero eso lo tuvo que inventar alguien! ¡y anda que no tiene mérito, a mí no se me ocurriría jamás!!

Y pensando, pensando, acabé llegando al mismo sitio de siempre: que me parece a mí que tenemos unos cuantos "héroes" de los que se acuerda todo el mundo por haber inventado cosas, que si el teléfono, que si la radio, que si yo qué sé, pero nadie se acuerda de los héroes de verdad, los que inventaron cosas sin las que habría sido bastante más difícil sobrevivir que sin teléfono: la ropa tejida, por ejemplo. Y me imagino a una pobre mujer medio a oscuras, improvisando cómo hacer que aquella hebra de lana larga, larguísima, sirviera para abrigar a alguien. Que antes tuvo que haber otra que discurriera cómo convertir el abrigo de las ovejas en hebras de lana, por cierto, tela marinera con el proceso, ves a una que lo domine y parece fácil y todo... ¡pero prueba, prueba! Y estoy segura de que fueron mujeres, y segurísima de que todo esto lo discurrían después de haber trabajado como mulas el día entero, a la hora que se supone que deberían descansar, en una casa oscura y húmeda y fría... ¡¡estamos aquí de chiripa!!

Pues eso, mi pequeño homenaje a las pioneras de todo, a las inventoras de técnicas que quitaron el frío a la humanidad durante siglos. Y aunque ahora haya unas máquinas estupendas que lo saben todo, siempre quedará el placer de ver cómo te crece entre los dedos la prenda que querías (bueno, más o menos la que querías... a veces ni eso!) mientras se te va una sonrisa de los labios, porque te sientes a gusto, porque ahora tejemos con luz, y en un buen asiento, y en una casa templada...





21/2/13

Quien con guajes se acuesta...

... ¡cagáu se levanta, no hay escapatoria!

Hace tiempo, parecería que una eternidad, puse esta serie de fotos en facebook, ilustrando los cambios que habían llegado a mi vida de la mano de los peques. Hoy revisándolas me hizo gracia aquella visión, y os las traigo aquí... Ya no nos pasan algunas de esas cosas, pero la vida sigue cambiando ¡a mejor, por supuesto, siempre a mejor! ¡menudo aburrimiento antes de los peques!

Un buen día decides tener hijos, y cuando te quieres dar cuenta...


 ¡se te subieron a la chepa!

Y nada más que te descuidas


¡¡zas!! !emboscada vomitacional!

Ahora resulta que los corchos de sidra siempre encuentran una nueva vida, acumulándose cerca de la bañera con otro montón de cachivaches que entretienen el baño:



Su cepillo de dientes aparece siempre en los sitios más peregrinos, porque digas tú lo que digas cualquier superficie puede ser limpiada con él (y a continuación los dientes, faltaría más)



¡Y todos los escondrijos son buenos para un chupachús de reserva! (aunque tú te amputes un dedo al poner las zapatillas)



En casa aparecen un montón de medicamentos, que no son precisamente para la resaca



La situación normal de su habitación es "Kosovo después de los bombardeos"



... y lo habitual en el salón viene a ser un mínimo de un balón por el suelo, y dos o tres coches en puntos estratégicos



Sin saber muy bien cómo, te convertiste en todo un experto en literatura infantil, aunque poco a poco se te va olvidando que existen otros libros por leer: o no da tiempo, o tienes sueño, o hay que recoger trastos.



Ahora resulta que en casa tienes un pupitre...


... y pinturas, de todo tipo, muchas. Todas, irremediablemente, serán probadas tarde o temprano en muebles, paredes y ropa



Aprendes a dibujar, sí o sí, y rescatas de la memoria viejas rimas que curiosamente no habías olvidado del todo. Aunque no seas capaz de recordar que tienes que comprar sal, la vida es así.



Las uñas de un niño de tres años acaban así, a diario



¡y las de un bebé de cuatro meses también, o qué creías!



Un día cae al suelo un trozo de melón de la merienda. Y pasa días ahí hasta que lo ves y lo recoges. Llegamos a ser ciertamente guarros!



A casa llegan cajas y cajas de pañales, que en poco tiempo se convierten en cajas y cajas de ropa que quedó pequeña, llenando armarios sin compasión


Día sí, día no, la lavadora a tope, llena de ropa pequeña, pequeña, pequeña, y más toallas que en un hotel



Y entre una cosa y otra, resulta inevitable: acabas haciendo mucho, mucho el mono!!





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