Hace tiempo, mucho tiempo, que me bulle el tema en el cerebro. Nueve años, poco más o menos... Y de vez en cuando alguna noticia hace que se me avive la indignación. Y de vez en cuando simplemente la idea me viene sin más, sin noticias ni nada... Pues hoy tenía un rato libre, y aquí estoy, dispuesta a poner cuatro puntos sobre las íes aunque haya quien me deje de hablar (bueno, no será pa tanto, quienes opinan de esa manera no creo que dediquen su valioso tiempo a leerme!). En resumen, que creo que a cualquier lugar, evento, acto, reunión, ceremonia, celebración, duelo, presentación, despedida... en cualquier momento ESTÁ PERFECTAMENTE BIEN ACUDIR CON NIÑOS. Con uno, con dos o con diez. Aunque hagan ruido mientras todo el mundo guarda un respetuoso silencio. Aunque pidan comer mientras escuchamos una importantísima disquisición. Aunque haya que salir corriendo para llevarlos al baño y tapar así la visión de los de la fila de detrás durante dos angustiosos y fundamentales segundos. Aunque haya gente que se eche las manos a la cabeza "¿cómo se les ocurre venir con niños??"
Pues sí, señoras y señores, voy con niños a donde tenga que ir, en primer lugar porque tengo niños. Sorprendente, verdad? Son mis hijos, no son un trasto que saco de casa cuando me hace falta y dejo aparcado cuando molesta, son niños, y tienen cabida allá donde yo esté simplemente porque lo digo yo, que soy su madre.
En segundo lugar, porque forman parte de una sociedad y hay comportamientos sociales que necesitan aprender. Y no van a hacerlo montando el simulacro en casa, aprenden viviendo de primera mano diferentes situaciones. Con tres años son más ruidosos que con ocho, y con doce son perfectamente capaces de comportarse "como adultos". Aprenden paso a paso, como todo el mundo. Y no es necesario angustiarse pensando que echarán a perder ese evento tan importante: si no están a la altura de las circunstancias, nos retiraremos con ellos lo más discretamente que podamos. No va a ser el fin del mundo.
Y en tercer lugar, porque estoy hasta los mismísimos ovarios de tanta corrección política para todas las minorías que una se pueda imaginar, y tanta falta de respeto hacia el futuro de todos. Ya está dicho. Que cuando sale en la tele una aerolínea o una cadena hotelera que ofrece a sus clientes vuelos o establecimientos "libres de niños" no se me ocurre otra cosa: a ver la que se liaba si se les ocurre publicitar "vuelos sin discapacitados", "hoteles completamente libres de inmigrantes" o "comedor para menores de 70 años". Que no digo yo que esté bien discriminar a esa gente, pero lo que está fatal es que se discrimine a los niños y al presentador de las noticias le parezca tan natural que te cuenta el caso sin vomitar ni nada!
Y lo peor es que ese desprecio hacia la participación en sociedad de los niños lo contamina todo: como los niños no son bien vistos en infinidad de situaciones sociales, a los padres de esos niños les quedan dos opciones: renunciar ellos también a esas situaciones, o buscarse la vida para dejar a sus hijos con alguien mientras tanto. Y si a unos padres se les ocurre acudir con sus hijos, serán los únicos, y cualquier cosa que hagan, digan y/o muevan sus niños se notará el triple, y esos padres se sentirán fatal simplemente por tener hijos que se comportan de una forma completamente normal. Y se va acostumbrando uno a que tener hijos es un incordio, y así cada vez más familias renuncian a tener otro, y más parejas renuncian a convertirse en familia, y nos vamos convirtiendo en una sociedad vieja, triste... y sin futuro.
Que tener hijos es un trabajazo, sí, y entre pitos y flautas te sale por un pico, y duermes menos, y te preocupas más, pero todas esas cosas los mismos niños se apañan para compensarlas con creces. Lo que es un incordio es tener que vivir pendiente de no herir la sensibilidad de personas a las que los niños normales les molestan tanto. Pues por mi parte queda dicho: NADIE TIENE NINGÚN DERECHO A DECIRME QUE MIS HIJOS SOBRAN. Me importa un rábano si hiero su sensibilidad porque sinceramente los considero unos insensibles.
Vale, que hay veces que los niños llegan a molestar bastante. Que siempre se mueven, y aguantan poco rato callados, y se emocionan tantísimo con las cosas que es imposible que alguien no se dé cuenta de lo emocionante que es el mundo para ellos. Pero es que hay adultos hechos y derechos que también son molestos o directamente maleducados, y nadie generaliza en plan "uf, no vuelvo a comer a ese sitio, van unos adultos groseros e insoportables que hablan a gritos y mastican con la boca abierta". Y resulta que los que deberían tener disculpa para ser molestos de vez en cuando son los niños, que están aprendiendo los comportamientos adecuados en cada situación ¡los adultos se supone que ya los aprendieron! ¡¡y qué poco se les nota a algunos!!
Pues eso, que callo la boca si un día me encuentro con un establecimiento en el que no se admiten personas groseras o irrespetuosas, tengan la edad que tengan. ¡Pero basta ya de prejuzgar a los niños achacándoles todo lo desagradable e inoportuno! ¡¡Que llevo nueve años yendo a donde quiera que voy con uno o varios niños, y la inmensa mayoría de las veces sólo se nota que los llevo porque no son invisibles!!
Una madre mosqueada