Misterios de andar por casa

Hace unos días pasamos un fin de semana fuera, con un grupo de familias estupendas. Muchos niños de todos los tamaños, todos guapísimos. Y al poco de volver a casa me encontré con que uno de los gallumbos de Chus (uno de los que no habíamos llevado al viaje) se había reproducido en la lavadora:

Tiré de todos los hilos que se me ocurrieron intentando averiguar su procedencia. Y nada. Nadie sabe, nadie lo conoce. A ninguno de los niños de aquel fin de semana le falta. Está guardado con los demás, en el cajón de la ropa de Chus, en una situación aparentemente normal. Pero no. Ni de lejos. No hay día en que no me pregunte de dónde narices pudo salir un gallumbo que no era nuestro, pero es de la misma talla y exactamente igual que uno de los de casa. La parte científica de mi mente está desde entonces dándose cabezazos contra el cráneo, que viene a ser la pared que tiene más a mano. Y yo intento convencerme de olvidar el tema y aprovechar las ventajas de un gallumbo extra, pero NO PUEDO!!

Y parecerá extraño que albergue la esperanza de que podáis ayudarme a aclarar el misterio, pero no menos extraño es que se nos haya clonado un calzoncillo, y ya ves, ahí lo tenemos! Pues eso, que si alguien tiene alguna teoría no incompatible con las leyes fundamentales de la física que explique la llegada de este trapo a nuestras vidas... ¡que me la cuente! ¡¡pronto!! ¡¡¡por favor!!!