El primero, visto en un montón de páginas y blogs pero aunque me maten ahora no sabría decir cuáles... eso sí, la primera vez que lo vi fue en Made by Joel... (me acuerdo porque cuando lo vi lo apunté para hacerlo, y como lo apunté en la caja de cereales con la que luego lo hice, pues ahí quedó el dato!)
Una caja de cereales, el frontal cortado en varias tiras que hacen de rampas, y a disfrutar. Nunca algo tan sencillo dio tanto de sí!! Y por detrás, una caja de cerillas pegada para guardar las canicas ¡ante todo, mucho orden!
Más adelante hicimos una versión maqueada, por aquello de regalarla, y nos liamos a decorar con papel de seda de colores. De esta forma hicimos por lo menos tres, que yo recuerde, aunque sólo hay fotos de uno.
En realidad esta no era una caja de cereales, sino de hojaldres, y de la tapa salió otro circuito para canicas, en este caso horizontal:
Tiene varios agujeros en los que se supone que no hay que caer, pero no se ven muy bien porque llevan pegado por detrás un tapón de tetrabrick cada uno... por aquello de evitar que la canica anduviese todo el día rodando por el suelo. Esta pareja de juegos fueron regalo para dos amigos -hermanos ellos- con los que pasamos unos días el verano pasado. Y les encantó, por cierto.
Cuando el circuito de canicas vertical se nos iba quedando corto, ideamos este:
Aquí hay que ir inclinando el tablero para guiar la bola hasta el agujero central, que lleva pegada una pequeña red. Fue muy divertido ver el proceso de los dos peques hasta lograrlo, pero la verdad es que una vez lo consiguieron... perdió la gracia, porque la segunda vez ya les resultaba demasiado fácil.
Y este no es para canicas, sino para una bola metálica, y la idea vino de aquí. Esta vez la caja era de galletas (¡es que se tiene que notar que en esta casa comemos de todo!), y la bola se guía con un "palo" -en realidad una tira de cartón de la misma caja doblada sobre sí misma- con un imán pegado en el extremo. La foto es de cuando el imán era una barra de los geomag, y no estaba pegada sino empotrada en el cartón para poder quitarla luego. Más tarde compré imanes y pegué uno decentemente, pero no hice foto y... bah, ahora no me apetece nada rebuscar!
Es un laberinto con trampas (agujeros, pero aquí no hay riesgo de bolas rodantes por el suelo: si se cuela por el agujero se queda pegada al imán) y estrellas (se supone que son premios si pasas por ellas, pero el supuesto premio nunca consistió en nada más).
Por un lado el laberinto es más fácil: caminos más anchos, menos sinuosos y con menos trampas. Por el otro lado la cosa se va complicando. ¿Adivinas cuál fue el lado preferido de mis bichillos?
Otra vez hicimos un circuito vertical para poner en la pared. Con tubos de papel higiénico pintados, también anda por un montón de sitios la idea. Pero no nos acabó de convencer porque no encontramos con qué pegar los tubos (que no fuera definitivo para la pared!) que no se cayesen, despegasen, inclinasen o descolgasen al caer una canica con algo de ímpetu (vaya, al caer cualquiera de las canicas que tiraban, porque lo que se dice suave no iba ninguna). Nuestro gozo en un pozo. O sea, que si alguien lo hizo y consiguió pegar los tubos en condiciones sin dejarlos en la pared para el resto de la eternidad... ¡¡que comparta su sabiduría plís!!
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